miércoles, 19 de diciembre de 2012

La visita


(Capítulo de novela)

- Quién es, pregunto.

- Yo, contesto.

- Adelante, digo.
Yo entro.
Me veo al que fui hace tiempo.
Me espera el que soy ahora.
No se cuál de los dos está más viejo.


Jorge Enrique Adoum

sábado, 15 de diciembre de 2012

El hijo del guardabosques



Leyenda Alemana


El hijo del guardabosques de Tuttinglen en la Selva Negra, volvía a una hora avanzada de la noche de una sesión báquica en la que se había vaciado más botellas de lo razonable. El joven que se llamaba Berthold, atravesaba canturreando los prados inundados por los rayos de luna y los agradables bosques de abetos más oscuros. De repente se detuvo bruscamente. Algo sobrenatural parecía clavarlo en el suelo. A pocos metros del camino se extendía una laguna llena de flores, cuyas orillas suavemente inclinadas se perdían entre las cañas. A dos pasos de la orilla, una joven encantadora, sumergida en el agua hasta la cintura, peinaba su larga cabellera. Pero la impresión de Berthold fue mayor todavía cuando la joven, en vez de huir, le respondió con dulzura, sin mostrar el menor temor. El joven volvió a ver a la muchacha al día siguiente y pronto nació entre los dos una profunda pasión. Entonces la muchacha de las aguas hizo saber a su enamorado que se llamaba Evelina, que era de la raza de las ondinas y que para casarse con ella debería hacer una extraña promesa: la de no ir nunca con ella sobre el agua. Berthold hizo la promesa y se consumó el matrimonio. Era una alegría verlos, y de la mañana a la noche, igual que de la noche a la mañana, las dos criaturas se amaban con tanto abandono y tanta naturalidad que los vecinos sentían deseos de imitarlos. La llegada del invierno no cambió esta feliz armonía. Una mañana Berthold dijo a su mujer: "-Luego saldrás conmigo; te he preparado una sorpresa". Cuando llegaron a la laguna en la que Eveline se había aparecido por primera vez, el joven sacó de un paquete dos pares de patines y exclamó: "-Qué alegría esposa mía, te voy a enseñar a patinar". Pero Eveline se puso pálida como la nieve. "-¡Tu promesa! ¡Olvidas tu promesa!"- exclamó con una voz lamentable. Berthold se echó a reír y levantando a su mujer en volandas, la depositó sobre el hielo. Pero ¡ay! el hielo se rompió y, mientras Berthold se agarraba desesperado a los bloques de hielo, Eveline se sumergió y desapareció para siempre. Han pasado dos años. El tiempo ha secado las lágrimas del guardabosques. Sus amigos le han hecho comprender que es demasiado joven para quedarse viudo. Se ha vuelto a casar con una graciosa muchacha que no pide otra cosa que hacer feliz a un joven y apuesto muchacho. Mientras los violines resuenan todavía a lo lejos, los dos recién casados han penetrado en la cámara nupcial. De golpe, una sombra se yergue en medio de ellos y los separa. Es Eveline. Al día siguiente, y al otro, y al otro... la misma escena se repite. Eveline aparece siempre para reclamar sus derechos. La recién casada ha regresado a casa de su madre y Berthold está encerrado en una casa de salud, donde habla sin cesar de la bella ondina que vive en el fondo de la laguna.
……..

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Anabel



En realidad Anabel, estaba cansada de ir y venir de aquí para allá, su vida no estaba orientada hacia ningún punto, todo era igual, y lo que es peor, todo le daba igual.

Era tan rutinaria su vida que giraba como una noria, ni se esforzaba en que algo cambiara, si total “el asombro” ya se había ocultado de su vida, “la alegría” la espiaba de lejos, “las ilusiones” dormían sin el menor interés de despertar, ¿para qué?... si no podía permitirse ese lujo, aparte sabía de antemano que no lograría alcanzar su sueño, si es que tenía alguno, mientras que el reloj sonara a tiempo para cumplir con su empleo, ya con eso estaba bien, así pasaba su vida.

Una mañana, al salir para su trabajo, al cerrar la puerta sintió algo que hacía mucho no recordaba haberlo sentido, “la nostalgia” la visitó preguntándole, ¿Cuánto hace que nadie te despide?... ¡despedirme a mí!... ¿quién lo haría?... ¡ni el perro!... puesto que ni eso tengo, un perro que me ladre…se desentendió de ese sentir y corrió por las calles mojadas por la llovizna, llega a su empleo, saluda como todos los benditos días, se sienta frente a un ordenador y comienza su rutina, de pronto un alboroto se escucha y algunos gritos, se sobresalta y al querer pararse para correr como lo hacían los demás empleados, alguien la sujeta del cabello, siente un frío terrible en su nuca, y una voz muy grave le ordena que se quedara quieta, ¡¡no voltees!!... no debes mirarme, porque te mataré.

Los demás empleados observaban desde sus escondites, compadeciendo a su compañera, cuan grande fue su asombro cuando le escucharon decir, ¡apunta bien y dispara, pero hazlo ya!... hazme ese favor, ¿crees que me asusta morir?... ¡eres un cobarde mentiroso, amenazas y no cumples!... ¡hazlo cretino, pedazo de basura, dispara!...

¡No me provoque niña estúpida porque lo haré!... ante el estupor de todos, ella voltea quedando de frente al ladrón y le arroja a la cara el agua del florero, mientras gritando le decía, ¿crees que me asustas idiota?...

Mientras tanto las autoridades comenzaban a tomar cartas en el asunto, uno de los delincuentes, fue detenido, pero éste continuaba siendo desafiado por la niña, a la que él, la hacia ver como que era su rehén.

¡Cierra la boca, mujer!... continuaba dando órdenes el muy tonto, Anabel pone su mano sobre la mano del delincuente y sin tocar el arma, apunta a su cabeza ordenándole que dispare, ¡éste es el momento!... ¿Qué esperas?... preguntaba Anabel a viva voz, cuando él siente que esas frías manos le tocaron, quedó como detenido en el tiempo, sin reaccionar, tiempo que ganaron las autoridades para atraparlo.
Mientras lo esposaban no quitaba sus ojos de esa bella mujer llena de coraje.
Algunas personas se le acercan preguntándole si estaba bien, ella luego de responder que ¡Sí!... extendiendo su brazo hacia los guardarropas, toma su abrigo, se dirige a la puerta, obviamente tenían el resto del día libre, llega a la vereda, aun lloviznaba, respira profundo y comienza el camino de regreso a su hogar.
Abre la puerta y sin darse cuenta estaba tarareando una linda canción, se dirige al baño, carga la bañera con agua bien caliente, se desviste, recién allí reacciona, al verse en el espejo, ¡Cuánto hacía que no se miraba en él de cuerpo entero!... acomodando sus cabellos se mira detenidamente y ve una mujer diferente, extendiendo su brazo derecho levantando su dedo pulgar y señalando con el índice, suelta un ¡¡bum!!... sobre el espejo, luego se dice así misma, ¡si desafiaste a la muerte, bien puedes enfrentar a la vida!... sopló sobre su dedo como signo de que la anterior Anabel resurgía de entre las ceniza, cual ave fénix.

estrellafugaz 



domingo, 9 de diciembre de 2012

Mosca de mi tormento



  
Mil veces te he espantado de mi mano,
mas me resulta en vano.
 
Pesada hasta el agobio vuelves siempre,
eres impertinente.

Frotándote las alas repugnantes
vuelves a cada instante.

Más cochina, más sucia y más pringosa,
insistes asquerosa.

¿Qué podré hacer , mosca de mi tormento,
si vuelves al momento?

No respetas, pesado y rancio amor,
la paz de mi interior.

Como una oscura mosca maloliente
vuelves constantemente.

No escarbes mi memoria con tus patas
como las garrapatas.

¿Qué podré hacer de aquel amor ingrato
que me hizo tanto daño?

Olvida ya mi ser y mis contornos,
mosca de los demonios.

Si te da igual la miel que el excremento,
entiérrate en tu estiércol.

Félix

domingo, 2 de diciembre de 2012

El drama del desencantado



“…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida”.

Gabriel García Márquez

lunes, 26 de noviembre de 2012

Por tonto






Dejé las rosas en la cocina y me acosté. Clara estaba de espaladas.
“Temo perderla –me dije- : el trabajo, los amigos… Desde mañana la colmo a detalles y empezamos de nuevo.”
Cuando desperté, Clara no estaba. La puerta, abierta. Salí y llegué hasta la piscina. Allí unas rosas se desteñían en el agua.

Félix

martes, 20 de noviembre de 2012

Una noche entre rubias




Será una noche llena de pasión,
entré en el local largo y oscuro,
los cuerpos de esas rubias me excitaron,
despacio ando hacia la barra del pecado.

Mi cuerpo y mí corazón están preparados,
será una aventura loca, toda una fantasía,
me acerco a ella, le agarro con mis manos,
su cuello esta frío, me abalanzo a su boca.

La beso, bebo de su saliba amarga y fría,
el vello se me pone de punta,
un escalofrío recorre toda mi tripa,
desde mi cuello, hasta el ombligo ¡fuua!

Los dos estamos bien calientes ya,
pienso ir a por todas, soy todo vuestro,
le digo “presentarme a vuestra amiga”
Quiero más... ella se va con el camarero.

-¡Disculpa! antes de irte ¿como te llamas?
-Estrella.
-¿y tu amiga?
-Voll-Dam.


Esta ha sido una noche, de aquellas que apetecen, unas buenas cervezas.

Tigre.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Pasado que no olvidasteis y que pagaréis en el futuro


Se creen salvadores de la tierra, se creen dioses del planeta, sobra tinta para ahogar vuestras penas, sobra tiempo para que os pudráis con letras. Ponte detrás del cristal trasparente y no dejes el espejo empañado tristemente. Andáis, voláis, soñáis, ignoráis ¡acaso os creéis algo con vuestras piernas de perdiz! Mira, por allí van dos fantasmas, sus ojos hablan de lo que recogen por el suelo sus sucias y agrietadas uñas. Sin cerebro y sin aliento andáis muertos en vuestro infierno. Grujidos, vales, burbujas sin protección en el interior del rascacielos. Reír, llorar, arrancar el cuero fundido de la piel de vuestro trasero. Brinden, canten, por los que estuvieron y no viven en un triste mar petrolero. Caricias de hielo, fiestas, coches, vulgares, prepotentes, apestáis en vuestro vientre... Cenizas de falsos deseos caen secas en vuestros asquerosos y malolientes ombligos. Saltad, rezad, añorad, anhelad, maltratad y disfrutad todo lo que podáis hasta que venga el ángel del infierno y os haga pagar, ya veréis como aprenderéis a respetar.

Nadie quiere ser como vosotros.

Tigre.



viernes, 9 de noviembre de 2012

LA SUSTITUTA





El hombre que tiraba los cuchillos había tenido que sustituir a la dama que durante los últimos años lo había acompañado en su espectáculo, y, sorprendido, recordó que hacía mucho tiempo no se fijaba en el cuerpo de la mujer a la que ataba a la rueda ocho funciones por semana.
La sustituta tenía unos ojos de una negrura brillante, intensa; su figura, como una fresca espiga de trigo, resaltaba sobre el fondo de la rueda del azar llena de estrellas plateadas que giraba enloquecidamente regando en el auditorio exclamaciones entre admirativas y aterrorizadas. Una muchacha como aquella no se fijaría en un tipo gastado como él, pensaba el lanzador de cuchillos, y no dejaba de pensarlo mientras se sentía atravesado por aquella mirada. Lo miraba de una manera rara que no podía descifrar si era de burla, emoción o éxtasis. Mientras, el público chillaba. Veintitrés cuchillos iban a siluetear el bellísimo cuerpo. El hombre hizo gala de su rutina consciente de que su corazón se volvía torpe. Los aplausos eran atronadores y cada lanzamiento echaba más leña a los ojos de juego de la sustituta, que sonreía. ¿Era sarcasmo o admiración lo que se agitaba en aquellos labios? Incapaz de desentrañarlo, con dificultad llegó el último lanzamiento, y cayó.
Entre nieblas vio la roja firma del destino en aquel pecho maravilloso que nunca podría acariciar. Ella murió en el acto; él demoró unos minutos en alcanzarla, atormentado por la idea de cómo iba a pedir perdón y a declararle su amor.

Rosa Elvira Peláez

sábado, 28 de abril de 2012

EL PACTO



Fidel, desvelado, resolvió levantarse al fin. Miró a su lado, Luisa parecía dormir profundamente y sonrió.
Fue al lavabo y orinó, se miró en el espejo y se rascó la cabeza. “Beberé un vaso de agua”.
Al pasar frente a la puerta del comedor, observó a través del cristal una extraña y fría luz fosforescente. Abrió la puerta.
Fidel y Luisa estaban tirados en el suelo, desgarrados los vestidos y las carnes en amasijo sanguinolento. Sus ojos amarillos miraban a Fidel.
Corrió despavorido hacia su esposa. En el instante eterno del pasillo recordó el pacto que hicieron medio en broma muchos años atrás: “el primero que muera vendrá a contar al otro qué hay del otro lado”
Iba a gritar pero no pudo. Antes de llegar a la habitación, apenas alcanzó a oír el inicio de una explosión devastadora.

Félix

sábado, 14 de abril de 2012

Un alma que habla – Historias de vida



Desde este lugar en donde me encuentro, que todo es tan lúgubre, porque la depresión avanza sin piedad, a lo lejos escucho una melodía que me ayuda a abrazarme a la vida, que aunque no esta siendo generosa conmigo, aun así, me brinda una esperanza a que aferrarme.

Es una fantasía flamenca, eso me lleva a soñar con un patio andaluz, donde todo debe ser algarabía y me tomo de esa alegría para soñar que mi situación es otra.

Mi alma trata de enredarse entre los encordados de las guitarras y convertirme en la nota mas bella y mas alegre, dándole libertad de bailar, volar, girar en el mundo mágico que me brinda esta bella música, elevando mi espíritu hacia otras dimensiones, donde todo sea educación y buen decir, donde reine la armonía y pueda sentir la libertad de expresarme, sin escuchar un comentario negativo que tanto me dañan psicológica mente.

Tengo que imponerme y huir de esto que me rodea, incomprensión, griterío y varias cosas mas, que no deseo mencionar porque siempre será así, nada aquí cambiará, solo se que debo huir, volar, insertarme en mi mundo, ese que me llama a gritos, pero aún no se me permite ingresar. Sin embargo, lo voy a lograr, porque así me lo impuse a mi misma, deseo habitar entre gente que tenga mi mismo sentir, que podamos compartir lo que llevamos dentro, que en definitiva es un mensaje de amor.

Estrellafugaz.

miércoles, 11 de abril de 2012

Noche de Reyes




- No te metas nunca donde no te llamen- le dijo a Jeromo su madre un buen día.
Jeromo hacía siempre lo contrario.
- ¿Dónde no me llamarán?- se dijo.
En la cueva del oso no le llamaban y entró.
- ¡ Grooonnzz...! – hizo el oso, que no sabía hablar y quería decir: “¡fuera
de aquí!”
Antes de salir, Jeromo tuvo tiempo de ver un saliente en la roca, puntiagudo y sobado. Era el rascalomos del oso y le gustó.
- ¿Dónde no me llamarán?- se iba preguntando Jeromo alegremente, cuando pasaba por la casa del cura. Se paró un momento y, como no le llamaban, allí que se metió.
- ¡Fuera de aquí- dijo el cura, que sí sabía hablar. Jeromo se asustó un poco cuando vio a don Blas con una berruga pasa debajo de la oreja derecha y con un fuelle de cuero en la mano izquierda y salió corriendo.
- ¿Dónde no me llamarán?-
Pero entonces empezó a oír voces de todos los portales del pueblo que repetían: “¡Jeromo, Jeromo...!” Y como le llamaban de todas partes, se marchó a su casa.
- Madre, quiero un rascalomos sobado, una berruga pasa y un fuelle de cuero. Y se lo voy a pedir a los Reyes.
- Vaya, este niño está loco- comentó su madre divertida.
Día y noche la misma cantinela. Un mes más tarde, Jeromo volvía a repetir: “quiero un rascalomos sobado, una berruga pasa y un fuelle de cuero”. Esta vez los siete médicos del Psiquiátrico Provincial fruncieron el ceño.
- Efectivamente, su hijo está loco, señora- dijo el Director, desmontando los lentes.
Justo el cinco de enero, Jeromo quedó internado. El seis, su madre encontró en la ventana de la habitación de Jeromo un rascalomos sobado, una berruga pasa y un fuelle de cuero.


Félix

sábado, 7 de abril de 2012

Amor



“Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.”

Julio Cortázar

martes, 3 de abril de 2012

Zeus y el tonel de los bienes




Encerró Zeus todos los bienes en un tonel, dejándolo entre las manos de un hombre.
Este hombre, que era un curioso, levantó la tapa del tonel porque quería saber loque había dentro, y al hacerlo, todos los bienes volaron hacia los dioses, menos la esperanza.
Esopo

lunes, 12 de marzo de 2012

Otra noche de vigilia.



Era aquella una mujer de edad indefinida, de gesto nostálgico, mirada lejana y manos que tejían historias.
Sembraba los sueños en un pequeño jardín.
No le importaba que fueran de enredadas ilusiones o las pequeñas fantasías de un recién nacido que aún no sabe que inventar, a todos les daba el mismo trato y dedicación.

Al llegar la noche, con organizadas rutinas, justo a la hora en que el sol comienza a ser recuerdo, abría la puerta de su pequeño jardín para que los sueños se fueran libres en el aire en busca de un lugar en el que anidarse.

Los observaba irse, noche tras noche seguía su alocado rumbo hasta que el último de ellos se perdía entre la inmensa oscuridad.
Era en ese instante cuando una pequeña lágrima recorría su mejilla dibujándole una perla en el rostro que parecía de cristal.
De vuelta a su cama le esperaba otra noche de vigilia, de los sueños que esparcía, ninguno con ella se quería quedar.

Andrea Guadalupe. 

viernes, 9 de marzo de 2012

Mala digestión




Con el primer rayo de luz, llegué ahíto de sangre y me acosté, pero hasta aquí me había seguido su marido. Le vi venir con la estaca de madera y un martillo. En el pecho sentí la punta dura. A punto de descargar el fatal golpe… desperté empapado de sudor.
Angustiado, descorrí la tapa del ataúd, saqué la cabeza y respiré profundo: de nuevo era de noche. 

Félix



lunes, 5 de marzo de 2012

Una Pequeña fábula




-¡Ay! –dojo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeña. Al principio era tan grande que tenia miedo. Corría y corria y por cierto que me alegrava de ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el Rincón està la trampa sobre la cual debò pasar.
-Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo –dijo el gato...- y se lo comió  

Franz Kafka

miércoles, 29 de febrero de 2012

Michino afligido



De niño, jugaba a la guerra y saltaba la verja para ver a la niña de sus sueños. Todo era alegría hasta que un día ella lo dejó. El muchacho tenía lágrimas de primavera y su felino se fue de casa y se puso azul de tanto mirar al cielo.

Félix


domingo, 26 de febrero de 2012

Insomnio



Vueltas y más vueltas doy en mi almohada, solo la oscuridad es testigo de mis noches de vigilia, mi cama ya hasta se queja, en cada movimiento bien que me ha gritado ¡ya para de moverte y si tu no puedes al menos a mi déjame dormir! Que forma tan egoísta de proceder, tanto tiempo que hemos estado juntas y ahora protesta por mi comportamiento, hoy le he dicho…mira que si sigues así ¿sabes que voy a hacer? ¡Te voy a cambiar!

Pero si no es mi culpa, no soy responsable de mi falta de sueño; bien sabes amiga mía que a pesar de mis esfuerzos no logro pegar los ojos, recuerdo la ocasión aquella cuando me dijeron ¡es que para dormir te debes de concentrar! ¿Cómo me concentro? Piensa ¿En qué? No pues no sé, tú sólo concéntrate, y sabes de tanto concentrarme me he enamorado de los sonidos de la noche.

Ahora mismo afuera ladra un perro, a mi memoria llegan los recuerdos y vuelvo a los días de mi niñez… escucho la historia, aquella que me contaban…cuando un perro por las noches ladra así es que esta siendo testigo del paso de la muerte, ¡ah! Si no me da miedo la muerte sinceramente es al perro al que temo.

De pronto escuchó el maullido lastimero de un gato, aunque dicen que tienen el poder de ver en la oscuridad, no creo que esta vez maúlle porque sus ojos hayan contemplado algo fuera de lo común, más bien por ese llanto creo ha sido víctima de seguro una gatita coqueta lo ha mandado “con cajas destempladas.”

Desfila una imagen, después otra pero así como van pasando por el mismo lugar donde aparecen… se vaporizan, el barco de la imaginación se encuentra anclado un poco alejado del puerto de la prudencia, empieza a zozobrar víctima del azote de los vientos de la desesperación.

Mientras los dedos se deslizan por las ventanas de la esperanza, las yemas sufren cuando sienten incrustarse las rebabas de la ausencia que van cortando y penetrando lentamente en la piel, el dolor queda ensalzado entre la carne.

Esa es mi situación, ni más ni menos, este insomnio no es el resultado de una cena abundante ¡no, para nada! ¿Será que la conciencia nos hace malas jugadas de vez en cuando?

¿Qué otros síntomas presenta? La verdad no sé si sea importante o si venga al caso hacer mención de los demás síntomas pero el intestino, eso si no se cual lo tengo hecho unos genuinos nudos, creo es el delgado es el más propenso a los nudos y ciegos, todos mis menudencias han cambiado de lugar, en mi estómago siento correr los jugos gástricos, pero convertidos en un auténtico río de lava ¿puede escuchar el gorgogeo?

Si he de contarle más, ha de saber que ya se me ha secado el cuajo que ni se lo que es, mucho menos donde lo tengo, pero ya se me secó, así decía mi abuelita, según es por el empacho, me veo derrengada, aunque yo me siento toda desconchinflada y de paso se me ha descuajaringado el corazón.

No me vean con cara de asombro ni de espanto, no estoy dechavetada, esos son mis síntomas ¿que no son normales?

Si me dieron un diagnóstico… Insomnio y depresión humorística.

¡Por eso no me agradan los médicos!


Alondra

viernes, 24 de febrero de 2012

Pobre tonto


La tenía abrazada y punto de bajarle la cremallera. Entonces  sintió frío y se hizo un lío de palomas con otras aves rapaces y le dijo: “¡Uf! Estáte quieta, amiga, hay que ver esto del amor qué cosas tiene”. Y la soltó.

Félix



miércoles, 22 de febrero de 2012

Duendes del Silencio (Cuento Infantil)


A la tarde, cuando llegaba de la escuela me sentaba a la mesa a saborear un rico tazón de leche humeante que mi mamá me servía. Esto era algo que a mí me encantaba porque llegaba con mucho hambre y de paso y cañazo, me permitía abrir una puerta a un mundo de fantasía.
Un pequeño chorro de leche derramaba a propósito sobre la mesada y unas cuantas gotitas por aquí y por allá, también desperdigaba. Con mi dedo como pincel, recorría a cada una de esas gotas. Un pintoresco río zigzagueante de leche quedaba veteado. Era así que comenzaban a aparecer, en forma sorpresiva de entre las hendijas de la madera, tres duendes tan diminutos como hormigas. Bien clarito, se les veían sus bonetes bordó y sus ropas tirolesas al tono. Atropellándose salían entre risas a nadar en el charquito y a chapotear en el río.
Ellos eran Jacinta, Yoel y Pimpón, nombres que yo había elegido. Se ve que les atraía el aroma lácteo y esa escena que espiaban ansiosos desde sus lugares secretos para salir a mi vista.
Era así como yo sorbía mi leche mirando las divertidas andanzas de estos amiguitos. ¡Cómo corrían y se enlechaban enteros! Verlos era todo un espectáculo. Seguramente la leche los embellecía y por eso se bañaban en esta. Chorreantes se sacudían dando giros y déle que se salpicaban con alegría unos a otros con el líquido desparramado. Yo sabía que a Yoel le gustaban las migas de pan, a Jacinta una pizca de dulce de ciruela y a Pimpón, la manteca. Entonces ellos, previendo ese momento de panzas llenas, caminaban haciendo equilibrio por el mango de la cucharita y se sentaban sobre el arco de esta, con sus pies de remojo en el riacho. A cada uno, su rico manjar les daba en mano y yo, también aprovechaba de comer unas ricas tostadas calentitas. Entre bocado y bocado, con caras sonrientes disfrutábamos y tomábamos la merienda juntos. No hacían falta palabras, solo miradas para saber de este deleite del compartir.
Cuando terminaba de merendar mi madre se sentaba a mi lado, miraba el enchastre que tenía frente a ella y como si nada, me preguntaba, acariciándome la espalda: “Juancito ¿cómo te fue en la escuela?” Entonces los duendes, así como habían llegado, se disipaban por arte de magia entre la mesa. Se ve que sabían que estas conversaciones eran privadas y se hacían “humo”. Yo con un trapo limpiaba los rastros del río, de las migajas y del puente, sabiendo que al día siguiente, a la misma hora, volverían estos especiales amigos que para mí, no eran invisibles pero para mi mamá, sí. De gran conversación con ella, seguía la tarde.

María Inés Arias

martes, 14 de febrero de 2012



El Hombre Invisible

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

Gabriel Jiménez Emán

…….




Y yo también


Cuando Juan Ramón bajó las estrellas al agua, Platero se bebió también la luna. Desde entonces los poetas quedaron eclipsados.


(Beethzart)
 ilustrador Ulises Wensell



miércoles, 1 de febrero de 2012

Presagio



Conozco a un cirujano que se llama Rogelio.
Cuando se apareja el tedioso babero verde, parece una ranita de San Antonio.
María, la enfermera de ojos achinados le recibe así: “buenos días, doctor”. Y le despide así: “Adiós, doctor”. Pero el doctor Rogelio, cirujano y especialista en trepanación…es pequeño.

Trepanar –el estómago me respinga- , no he visto trepanar. Mucho menos me atrevería a hacerlo: necesitaría ser doctor y no quiero serlo; tendría que aparejarme ese verde delantal y me es tedioso; además, para ser cirujano, especialista en trepanación, dicen que hay que ser pequeño y por ahí no paso.

¿Sabes qué pienso?

No me extrañaría nada que un día María, la enfermera de ojos achinados, trepanara la cabeza del doctor Rogelio: “buenos días doctor”. Después el berbiquí ese daría vueltas y más vueltas, multiplicadas por muchas más, hasta que la punta asomara por la boca del doctor. María entonces, abriría la suya para decir…”adiós, pequeñajo, el quirófano para mí”.

Félix

jueves, 26 de enero de 2012

El zorro


Salió, un día, un zorro de su covacha a la salida del sol. Miró a su sombra y dijo: “Hoy almorzaré un camello.” Y se fue en busca de un camello hasta el mediodía, sin dar con su presa. Miró en aquel momento a su sombra y dijo para sí, asombrado: “Bueno, me bastará una rata.”



G.Jalil Gibrán

sábado, 21 de enero de 2012

El afinador



Se anunciaba con arpegios del piano. Los pequeños, al momento, íbamos a sentarnos a su lado. Cerraba los ojos y tocaba.
-¡Brams! -decía- ¡ahora, Schubert!, ¡Para Elisa!
Sobre una silla abría su maleta. Allí, bayetas, sueños, hilos, cuerdas, arte total, parchecitos, soledades, un martillo, un diapasón y las penurias.
Y… unos cientos de cigarros consumidos en sus más dispares longitudes. Cogía uno cualquiera, lo encendía, inhalaba profundamente sólo una vez y lo apagaba en la suela del zapato. Lo volvía a su maleta y la cerraba.
Como las golondrinas, volvía en cada primavera.

Félix