Consecuencias
Todos los emperadores son
crueles y, en consecuencia, olvidadizos. Éte también lo era. En su descuido, a
veces olvidaba que la humillación tal o la tortura cual ya la había practicado
en esa misma persona. Esposas, concubinas, eunucos, cocineros, ministros sin
distinción.
Ahora bien, si la crueldad
de un emperador es algo que está en el orden normal de los imperios, la
reiteración desatinada también tiene su normal consecuencia: dieciséis
entre esposas, concubinas, y criadas,
deeciden asesinarlo.
Qué cuidadosemente planeado
está cada gesto. Nadie podrá asombrarse de que a esa hora de la noche las
bellas, muy atentas, vayan rodeando al emperador que descnsa en su lecho. Tú lo
ententendrás con tus canciones. Tú le servirás el té. A tu cargo estarán los
mimos atrevidos. En fien: quien le sujetará los brazos, quien la apretará un
cojín sobre la cara, quien le pasaraá al cuello el grieso cordón de seda con un
nudo corredecdizo.
Lástima qu, entre las
dieciséis, la encargada del nudo justiciero no haya sido capaz de iterpretarlo
con la pericia que se da por sentada no sólo en un ínfimo verdugo, sino en
todas las mujeres, ya que más tarde o más temprano les tocará ahorcarse. Lo que
salió fue un Nudo-de-aventura, de esos ten seguros que no hay manera ni de
deshacerlos ni de ceñírlos.
A pesar de los tironeos,
puntapiés, arañazos, puñaladas y almohadones, los gritos del emperador
arreciaban. Los guardias, que se estaban demorando esperanzados en eñ éxito de
la noble fechoría, no tuvieron más remedio que intervenir.
En el forcejeo, de todos
modos, el emperador perdió un ojo, y como aparte de cruel era
extemadamente vanidoso, nunca más pudo
volver a presentarse en público.
A la que no había sabido
hacer el nudo de horca le puso un maestro. Así fue como ella aprendió el
Nudo-simple-con-engaño, el Apercibimiento-del-huidizo, el Doble-de-amor, el Fiel-en-el-tiempo. Todos los nudos: de
uso, ornamentales y ritueles. Cuando superó el último examen, ella misma fue la
encargada de preparar las sogas con que se colgaron de las vigas sus quince
cómplices. Ella, en cambio, después que las descolgó una por una con sus
propias manos, quedó libre. Algunos dicen que tal actitud demuestra la
escondida clemencia de ánimo del eperador. Otros, que se trató de
agradecimiento por esa torpeza que le salvó la vida. Otros, quizá más certeramente,
lo consideran un ejemplo exquisito de su crueldad. Qué mayor castigo, en
efecto, que el peso de la culpa, que el recuerdo sin mengua de las quince
compañeras muertas a cusa de una ineficiencia frívola.
Día tras día, inmóvil,
sentada en el último pabellón, ella miraba el muro más allá del estanque. No
volvió a hablar con nadie.
Una tarde, cuando fueron a
buscarla para encerrarla en el sótano como todas las veces a esa hora, había
desaparecido. El emperador no se molestó en dragar el estanque.
-Lo que ha hecho es la
natural consecuencia de su rebeldía, comentó, y dado que aspiraba a la fama de
poeta, improcisó estos versos, que consideró los más adecuados para la ocasión ente los que le preparaban
sus escribas:
Buena obra es
la del arrepentimiento
cuando la humilde carpa
encuentra su provecho.
Los cortesanos festejaron
concienzudamente. Ella, lo que había hecho cuando nadie la vigilaba, era fijar
una soga con un Nudo-de-contrabandista
en la tapia que cerraba el jatdín y escalarla, escapar razonablemente lejos e
instalarse, bajo otro nombre, en otra corte, dinde vivió largos años, y con
holgura, del arte que había aprendido.
Rosalba Campra
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