lunes, 8 de julio de 2024

Camélidos

El pelo de la llama es de impalpable suavidad, pero sus tenues quedejas están cinceladas por el duro viento de las montañas, donde ellas se pasean con arrogancia, levantando el cuello esbelto para que sus ojos se llenen de lejanía, para que su fina nariz absorba todavía más alto la destilación suprema del aire enrarecido.

Al nivel del mar, apegado a una superficie ardorosa, el camello parece una pequeña góndola de asbesto que rema lentamente y a cuatro patas el oleaje de la arena, mientras el lento desértico golpea el macizo velamen de sus jorobas.

Para el que tiene sed, el camello guarda en sus entrañas rocosas la última veta de humedad; para solitario; la llama afelpada, redonda y femenina finge los andares y la gracia de una mujer ilusoria.

Juan José Arreola

Imagen:https://www.blogger.com/

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