Urgencias
La sirena de la ambulancia zumba
todavía en mis oídos mientras me suben a una camilla, me inyectan un líquido
rosa y la gente corre a mi alrededor, como si uno tuviera prisa. La primera vez
que me trajeron de urgencia viví con nerviosismo el estreno de la coreografía
de mi muerte, pero ahora que hemos llegado a la quinta función he desarrollado
algo así como una indolencia escénica. La inyección del líquido rosa es para
recuperar el tono cardíaco, el suero que me han metido por vena lleva un
analgésico, la mascarilla que me han puesto tiene finalidad de dormirme y el
gel que me untan en el pecho quiere decir que van a operar. Después vendrá lo
peor: despertar poco a poco, recordar los nombres de quienes vengan a verme,
acptar los escombros de mi cuerpo y despedirme de tanta gente que no veía en
años. Sobrevivir supone un mínimo de ilusión. Una ilusión que ya no tengo.
Estoy tan a gusto aquí que no pienso luchar. La muerte es blanca.
Fernando Iwasaki
Imagen:https://www.blogger.com/
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