Cérvidos
Fuera del espacio y del tiempo, los
ciervos discurren con veloz lentitud y nadie sabe dónde se ubican mejor, si en
la inmovilidad o en el movimiento que ellos cambian den tal modo que nos vemos
obligados a situarlos en lo eterno.
Inertes o dinámicos, modifican
continuamente el ámbito natural y perfeccionan nuestras ideas acerca del
tiempo, el espacio y la translación de los móviles. Hechos a propósito para
solventar la antigua paradoja, son a un tiempo Aquiles y la tortuga, el arco y
la flecha: corren sin alcanzarse, se paran y algo queda siempre de ellos
galopando.
El ciervo, que no puede estarse quieto,
avanza como una aparición, ya sea entre los árboles reales o desde un boscaje de
leyenda: Venado de san Huberto que lleva una cruz entre los cuernos o cierva
que amamanta a Genoveva de Brabante.
Donde quiera que se encuentre, el macho y la hembra componen la misma pareja
fabulosa.
Pieza venatoria por excelencia, todos tenemos la intención de cobrarla, aunque sea con la mirada. Y si Juan de Yepes nos dice que fue tan alto que le dio a la caza alcance, no se está refiriendo a la paloma terrenal sino al ciervo profundo, inalcanzable y volador.
Juan José Arreola
Imagen:https://www.blogger.com/