martes, 8 de julio de 2025

El pasajero

Sólo aparece de noche, después de doblar la curva del hotel abandonado. No veo su rostro, pero sé que está en el asiento de atrás porque su silueta se refleja e el espejo retrovisor y su respiración apesta como una muela podrida. Jamás ha pronunciado palabra y cuando se va deja un rastro maloliente de niebla.

Ferando Iwasaki

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miércoles, 2 de julio de 2025

La cebra

La cebra toma en serio su visita apariencia, y al saberse rayada se entigrece. Presa en su enrejado lustroso vive en la cautividad galopante de una libertad mal entendida: “non serviam”, declara con orgullo su indómito natural. Abandonando cualquier intento de sujeción, el hombre quiso disolver el elemento indócil de la cebra, sometida a viles experiencias de cruza con asnos y caballos. Todo en vano. Las rayas y la condición arisca no se borran en cebrinos ni en cébrulas.

Con el onagro y el cuaga, la cebra se complace invalidando la posesión humana del orden de los equinos. ¡Cuántos hermanos del perro se nos quedaron ya para siempre, insumisos, con oficios de lobo, de protelo y de coyote?

Limitémonos pues al contemplar s la cebra. Nadie ha llevado a tales extremos la posibilidad de henchir satisfactoriamente una piel. Golosas, las ciervas devoran llanuras de pasto africano, a sabiendas de que ni el corcel árabe ni el pura sangre puede llegar a semejante redondez de las ancas i a igual finura de cabos. Sólo el caballo przewalski modelo superviviente del arte rupestre, alude un poco al rigor formal de la cebra.

Insatisfecha de su clara distinción espacial, las cebras practican todavía su gusto sin límites por las variantes individuales y no hay una sola que tenga las mismas rayas de la otra. Anónimas y solípedas, pasean la enorme impronta digital que las distingue: todas las cebras, paro cada una a su manera.

Es cierto que muchas cebras aceptan de buen grado dar dos o tres vueltas en la pista del circo infantil. Pero no es menos cierto también que, fieles al espíritu de la especie, lo hagan siguiendo en principio de altiva ostentación.

Juan José Arreola

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jueves, 26 de junio de 2025

La carta

San Juan, Puerto Rico

8 de marzo de 1947

Querida:

Como yo le desia antes de venirme, aquí las cosas me vab vién. Desde que llegué eseguida incontré trabajo. Me pagan 8 pesos la semana y con eo vivo como Don Pepe el alministradol de la central de allá.

La ropa aquella que quedé de mandale, no la he podido compral pues quiero buscarla en una de las tiendas mejores. Digale a Petra que cuando valla por casa le boy a llevar un regalito al nene de ella.

Boy a ver si me saco un retrato un día de estos para mandáselo a uste.

El otro día vi a Felo el ijo de la comaí María. El está travajando pero gana menos que yo.

Bueno recueldese de escrivirme y cotarme todo lo que pasa por allá.

Au ijo que la quiere y le pide la bendision.

                                                                         Juan

Después de firmar, dobló cuidadosamente el papel ajado y lleno de borrones y se lo guardó en el bolsillo de la camisa. Caminó hasta la estación de correos más próxima, y al llegar se echó la gorra raída sobre la frente y se acuclilló en el umbral de una de las puertas. Dobló la mano izquierda, fingiéndose manco, y extendió la derecha con la palma hacia arriba.

Cuando reunió los cuatro centavos necesarios, compró el sobre y el sello y despachó la carta.

José Luis González

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viernes, 20 de junio de 2025

Las últimas noticias

Serán aquellas que escucharemos o leeremos poco antes de morir, poco antes de convertirnos, también nosotros, en una mala noticia.

Orlando Enrique van Bredan

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viernes, 13 de junio de 2025

Despecho

A Violeta le sobran esos dos quilos que yo necesito para enamorarme de su cuerpo. A mí, en cambio, me sobran siempre esas dos palabras que ella necesitaría dejar de oír para empezar a quererme.

Andrés Neuman

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sábado, 7 de junio de 2025

El elefante

Viene desde el fondo de las edades y es el último modelo terrestre de maquinaria pesada. Envuelto en su funda de lona. Parece colosal porque está construido con puras células vivientes y dotadas de inteligencia y memoria. Dentro de la acumulación material de su cuerpo, los cinco sentidos funcionan como aparatos de precisión y nada se les escapa. Aunque de pura vejez hereditaria son ahora calvos de nacimiento, la congelación siberiana nos ha devuelto algunos ejemplares lanudos. ¿Cuántos años hace que los elefantes perdieran el pelo? En vez de calcular, nos vamos todos al circo y juguemos a ser los nietos del elefante, ese abuelo pueril que ahora se bambolea al compás de una polka…

No. Mejor hablemos del marfil. Esa noble sustancia, dura y uniforme, que los paquidermos empujan secretamente con todo el peso de su cuerpo, como una material expresión de pensamiento. El marfil, que sale de cabeza y que desarrolla en el vacío dos curvas  y despejadas estalactitas. En ellas, la paciente fantasía de los chinos ha labrado todos los sueños formales del elefante.

Juan José Arreola

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domingo, 1 de junio de 2025

El dominio

Cuando descubrí que el dominio www.infierno.com no estaba registrado, pensé que había cometido algún error. Sin embargo, al teclear de nuevo la dirección comprobé que era verdad: no le pertenecía a nadie. Y así, por una suma insignificante me hice con el dominio del infierno. No había terminado de crear los contenidos del infierno cuando ya la página tenía cientos de miles de visitas y un número semejante de solicitudes de correos electrónicos con el nombre del usuario más @infierno.com. En menos de una semana las multinacionales más poderosas me ofrecieron publicidad y miles de portales de todo el mundo crearon enlaces directos con mi web, que según los mejores buscadores ya era uno de los diez sitios más visitados del ciberespacio. En medio de aquella orgía de éxitos recibí una oferta millonaria por mi página y la vendí sin pestañear, porque el dinero me interesaba mucho más que el dominio del infierno. Desde que hice aquel negocio no he dejado de viajar y de gozar por todos mis orificios, pero he entrado en el cibercafé  de un hotel caribeño para visitar el infierno y el programa me dice que esa dirección no existe, Tecleo de nuevo www.infierno.com y la respuesta es la misma. Muerto de risa vuelvo a solicitar el dominio del infierno, preguntándome si la página me la habrían comprado los jesuitas o los del opus. No obstante, al día siguiente recibí un correo que me dejó perplejo: Estimado cliente, de acuerdo con nuestros archivos su alma ya forma parte de nuestra base de datos. Reciba un cordial saludo. El nombre del remitente era inverosímil.

Fernando Iwasaki

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