Mercado
Señora, si usted tuviera idea de mi soledad, no me exigiría que comprara cinco pesos de perejil: me vendería diez centavos.
Gonzalo Celorio
Imagen:https://www.blogger.com/
El pasajero
Sólo aparece de noche, después de doblar la curva del hotel abandonado. No veo su rostro, pero sé que está en el asiento de atrás porque su silueta se refleja e el espejo retrovisor y su respiración apesta como una muela podrida. Jamás ha pronunciado palabra y cuando se va deja un rastro maloliente de niebla.
Ferando Iwasaki
Imagen:https://www.blogger.com/
La cebra
La cebra toma en serio su visita
apariencia, y al saberse rayada se entigrece. Presa en su enrejado lustroso
vive en la cautividad galopante de una libertad mal entendida: “non serviam”,
declara con orgullo su indómito natural. Abandonando cualquier intento de
sujeción, el hombre quiso disolver el elemento indócil de la cebra, sometida a
viles experiencias de cruza con asnos y caballos. Todo en vano. Las rayas y la
condición arisca no se borran en cebrinos ni en cébrulas.
Con el onagro y el cuaga, la cebra se
complace invalidando la posesión humana del orden de los equinos. ¡Cuántos
hermanos del perro se nos quedaron ya para siempre, insumisos, con oficios de
lobo, de protelo y de coyote?
Limitémonos pues al contemplar s la
cebra. Nadie ha llevado a tales extremos la posibilidad de henchir
satisfactoriamente una piel. Golosas, las ciervas devoran llanuras de pasto africano, a
sabiendas de que ni el corcel árabe ni el pura sangre puede llegar a semejante
redondez de las ancas i a igual finura de cabos. Sólo el caballo przewalski modelo superviviente del arte rupestre, alude un poco al rigor formal de la
cebra.
Insatisfecha de su clara distinción
espacial, las cebras practican todavía su gusto sin límites por las variantes
individuales y no hay una sola que tenga las mismas rayas de la otra. Anónimas
y solípedas, pasean la enorme impronta digital que las distingue: todas las
cebras, paro cada una a su manera.
Es cierto que muchas cebras aceptan de
buen grado dar dos o tres vueltas en la pista del circo infantil. Pero no es
menos cierto también que, fieles al espíritu de la especie, lo hagan siguiendo
en principio de altiva ostentación.
Juan José Arreola
Imagen:https://www.blogger.com/
La carta
San Juan, Puerto Rico
8 de marzo de 1947
Querida:
Como yo le desia antes de
venirme, aquí las cosas me vab vién. Desde que llegué eseguida incontré
trabajo. Me pagan 8 pesos la semana y con eo vivo como Don Pepe el
alministradol de la central de allá.
La ropa aquella que quedé de
mandale, no la he podido compral pues quiero buscarla en una de las tiendas
mejores. Digale a Petra que cuando valla por casa le boy a llevar un regalito
al nene de ella.
Boy a ver si me saco un
retrato un día de estos para mandáselo a uste.
El otro día vi a Felo el ijo
de la comaí María. El está travajando pero gana menos que yo.
Bueno recueldese de escrivirme
y cotarme todo lo que pasa por allá.
Au ijo que la quiere y le pide la bendision.
Juan
Después de firmar, dobló
cuidadosamente el papel ajado y lleno de borrones y se lo guardó en el bolsillo
de la camisa. Caminó hasta la estación de correos más próxima, y al llegar se
echó la gorra raída sobre la frente y se acuclilló en el umbral de una de las
puertas. Dobló la mano izquierda, fingiéndose manco, y extendió la derecha con
la palma hacia arriba.
Cuando reunió los cuatro centavos necesarios, compró el sobre y el sello y despachó la carta.
José Luis González
Imagen:https://www.blogger.com/
El elefante
Viene desde el fondo de las edades y es
el último modelo terrestre de maquinaria pesada. Envuelto en su funda de lona.
Parece colosal porque está construido con puras células vivientes y dotadas de
inteligencia y memoria. Dentro de la acumulación material de su cuerpo, los
cinco sentidos funcionan como aparatos de precisión y nada se les escapa.
Aunque de pura vejez hereditaria son ahora calvos de nacimiento, la congelación
siberiana nos ha devuelto algunos ejemplares lanudos. ¿Cuántos años hace que
los elefantes perdieran el pelo? En vez de calcular, nos vamos todos al circo y
juguemos a ser los nietos del elefante, ese abuelo pueril que ahora se bambolea
al compás de una polka…
No. Mejor hablemos del marfil. Esa noble sustancia, dura y uniforme, que los paquidermos empujan secretamente con todo el peso de su cuerpo, como una material expresión de pensamiento. El marfil, que sale de cabeza y que desarrolla en el vacío dos curvas y despejadas estalactitas. En ellas, la paciente fantasía de los chinos ha labrado todos los sueños formales del elefante.
Juan José Arreola
Imagen:https://www.blogger.com/