miércoles, 27 de mayo de 2020

EL REFRÁN

“Familia, la sagrada, y ésta, en la pared colgada”


Suele decirse cuando a algún miembro de la familia se le pide ayuda y éste se desentiende:


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El deseo secreto

En el fondo del corazón de cada niño, de cada madre, de todo espectador, anida el deseo secreto de ver caer al trapecista, de verlo destrozarse los huesos contra el suelo, derramada su sangre oscura sobre la arena, el deseo esencial de ver a los leones disputándose los restos del domador, golpeando la cabeza rítmicamente contra el límite de la pista y para ellos hemos inaugurado este circo, el mejor, el absoluto, el circo donde falla la base de las pirámides humanas, el tirador de los cuchillos clava los puñales (por error, siempre por error) en los pechos de su partenaire, el oso destroza con su carpa la cara del gitano y por eso, como las peores expectativas se cumplen y sólo se desea lo que no se tiene, los anhelos de los espectadores viran hacia las buenas intenciones: asqueados de calamidades y fracasos empiezan a desear que el trapecista tienda los brazos a tiempo, que el domador consiga controlar a los leones, que la écuyère logre izarse otra vez hacia la montura, y en lugar de rebosar muerte y horrores, el lugar más secreto de su corazón se llena de horrorizada bondad, de ansias de felicidad ajena, y así se van de nuestro espectáculo felices consigo mismos, orgullosos de su calidad humana, sintiéndose mejores, gente decente, personas sensibles y bien intencionadas, público generoso del más perfecto de los circos.

Ana María Shua

Pasen y vean... ¡el Circo del Sol! | El Diario Vasco

viernes, 22 de mayo de 2020

La llamada

-“¡Venanciooo, veeeen!”
Caminaba taciturno por la arena de la playa, apesadumbrado por la reciente muerte de su esposa.
-“¡Venanciooo, veeeen!”
Reconoció su voz; cogió la caracola y se la acercó al oído:
-“¡Venanciooo, veeeen!”

Con la caracola en la mano, se adentró en el mar.

Félix

Escuchando Una Caracola Imágenes De Stock & Escuchando Una ...

sábado, 16 de mayo de 2020


Cementerio de Unicornios
En las memorias del príncipe Abedul de Ankara, de una manera hermética, y legible tan sólo por medio de un espejo que habrá de ser la extensión móvil del agua retenida en un estanque de jacintos, se describe un lugar donde se halla oculto, entre montes y ríos de cauces secos, el cementerio de unicornios, rico por el valor del marfil y el oro allí guardados, y santo por la virtud de las reliquias amorosas que, confundidas con el polvo, también allí se esconden.
Amonesta el Príncipe a quienes intentan descubrir este secreto. “pues perderán para siempre la gracia suprema de enloquecer de amor.”
Rafael Pérez Estrada
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lunes, 11 de mayo de 2020


Cuento de horror

La señora Smithson de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo:
-Thadeus, voy a matarte.
-Bromeas, Euphemia –se rio el infeliz.
-¿Cuándo he bromeado yo?
-Nunca, es verdad.
-¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
-¿Y cómo me matarás? –siguió riendo Thadeus Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizá aflojando alguna pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de palta, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sistema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla liberado de ser una asesina.

Marco Denevi

Cuento de horror de Marco Denevi |

martes, 5 de mayo de 2020


Pequeña fábula sin importancia
El gato persa, rechoncho y peludo, que dormita en almohadones de pluma, nunca llena su estómago. Reclama porque todo lo qu va a su plato le resulta insuficiente. Reclama si acaso algún ratoncito mordisquea una cascarita de pan. Los ratones, sometidos pero solidarios, arriman lo que tienen a su alcance, privándose del propio alimento. Cada vez engorda más el gato, y cada vez enflaquecen más los ratones.
El gato sabe convencerlos de que así son todos felices.
Norah Scarpa Filsinger

El gato persa: enfermedades y problemas de salud - Wikipets