Enemistados IX
Ayer, en el paseo, tropecé de nuevo con
el viejo Tiempo. Venía en camiseta y pantalón de deporte. Quería andar erguido,
mas su esfuerzo le dejaba en ridículo. El rostro le brillaba, creí que era sudor.
Al mirarle de cerca, me encontré, sin embargo, con una faz pastosa y
descolgada, aceitosa de cremas para estirar el cutis.
-¿Qué has hecho con tu cara? –pregunté.
-Mírame bien, celoso. ¡Que sepas que soy
metrosexual! –me dijo, mientras me mostraba su pecho rasurado.
Cuando se alejaba, le miré…, me miré…, y
me entró risa tonta.
Félix
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