Tres
Me senté a tu derecha y a la izquierda del sol. Aquel sitio era
enorme y te miraba al mismo tiempo que al violinista de Flok. La cámara era una
mierda, pero al final conseguimos retratarnos. Y nos quedamos en lluvia, en
primavera húmeda crónica, en no saber. Hasta las cinco, sorry, no van a servir
whisky. Folk, folk, concierto e La Bemol para violín electrónico.
Antes, a veces, por las tardes, yo había desafiado al mundo
haciendo punto en el Café Gijón, y Jocelyne Josia cantaba El Muro.
Mucho antes, a solas, yo había cantado a gritos, sobre la voz de
Paco Ibáñez, repitiendo palabras de Blas de Otero.
También fue antes cuando Raimon cantó Al Vent y llovieron
panfletos, y cuando, por la noche y bajito, lo cantábamos asomadas al patio de
Carabanchel, apretando fuerte las manos sobre los barrotes.
Después fue cuando en la carátula del disco de Ferré, live, se
me ve el pelo con la raya en medio y los ojos clavados en el escenario.
Mercedes Arancibia
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