lunes, 22 de agosto de 2022

Los espejos velados

El Islam asevera que el día inapelable del Juicio, todo perpetrador de la imagen de una cosa viviente, resucitará con sus obras, y les será ordenado que las anime, y fracasará, y será entregado con ellas al fuego del castigo. Yo conocí de chico ese horror de una duplicación o multiplicación espectral de la realidad, pero ante los grandes espejos. Su infalible y continuo funcionamiento, su persecución de mis actos, su pantomima cósmica, eran sobrenaturales entonces, desde que anochecía. Una de mis inusitados ruegos s Dios y al ángel de mi guarda era el de no soñar con espejos. Yo sé quién los vigilaba con inquietud. Temí, unas veces que empezaran a divergir de la realidad; otras, ver desfigurado en ellos mi rostro por adversidades extrañas. He sabido que ese temor está, otra vez, prodigiosamente en el mundo. La historia es harto simple y desagradable.

Hacia 1927, conocí una chica sombría: primero por teléfono (porque Julia empezó siendo una voz sin nombre y sin cara); después, en una esquina al atardecer. Tenía los ojos alarmantes de grandes, el pelo renegrido y lacio, el cuerpo estricto. Era nieta y bisnieta de federales; como yo de unitarios, y esa antigua discordia de nuestras sangres era para nosotros un vínculo, una posesión mejor de la patria. Vivía con los suyos en un desmantelado caserón de cielo raso altísimo, en el resentimiento y la insipidez de la decencia pobre. De tarde –algunas contadas veces de noche- salíamos a pasear por su barrio, que era el de Balvanera, Orillábamos el paredón del ferrocarril; por Sarmiento llegamos una vez hasta los desmontes del Parque Centenario. Entre nosotros no hubo amor ni ficción de amor; yo adivinaba en ella una intensidad que era del todo extraña a la erótica y le temía. Es común referir a las mujeres, para intimar con ellas, rasgos verdaderos o apócrifos del pasado pueril; yo debí contarle una vez de los espejos y dicté así; el 1928, una alucinación que iba a floreces en 1931. Ahora, acabo de saber que ha enloquecido y que en su dormitorio los espejos están velados pues en ellos ve mi reflejo, usurpando el suyo, y tiembla y calla y dice que la persigo mágicamente.

Aciaga servidumbre la de mi cara, la de una de mis caras antiguas. Ese odioso destino de mis facciones tiene que hacerme odioso también, pero ya no me importa.

Jorge Luis Borges

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lunes, 15 de agosto de 2022

Última voluntad

Los moribundos tienen fugaces destellos de lucidez que se extinguen como velas en la penumbra de la muerte. Mamá murió así, enumerando mis obligaciones, recordándome mis deberes, indicándome en qué cajón estaban los papeles del seguro, quiénes tenían libros suyos y sobre todo conminándome a proteger siempre a mis hermanas. Pobre mamá. Su agonía había sido muy larga y jamás esperamos que en su último instante podría despedirse así. Lentamente fue cayendo en una somnolencia dolorosa, repitiendo una y otra vez los nombres de mis hermanas. Cogí su mano y me dijo que le alegraba de reunirse por fin con papá. De pronto me clavó dulcemente las uñas y me pidió que nunca dejara solo a Luisito, que estaba enfermito y me necesitaba. Y mamá murió como suponía, reservando sus palabras finales, para el pobre Luisito, que murió de Leucemia cuando éramos niños. Fuimos a casa de mamá a ordenar sus cosas y escuchamos un llanto dentro del armario. Mis hermanas dicen que es mi obligación y me lo tuve que llevar a casa. Le gusta  jugar con medias de nylon y pétalos secos.

Fernando Iwasaki

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martes, 9 de agosto de 2022

Sin claudicar

Aquí está ella, la más barata del puerto, la del corazón grande, navegante e inconcluso para siempre, los mástiles abiertos para él, que es uno más de hombros anchos y poderosos, uno más sin afeitar y la expresión compungida de los hombres abyectos y desnudos, él, a quien ha dejado creer que la posee cuando es en realidad ella la que permite que le hunda su proa en esa pieza angosta y helada, frente al lavatorio de agua sucia y al espejo que ya ni refleja el cansancio, y que en un extremo tiene su carné que certifica cincuenta años junto a esa guirnalda atesorada desde la última navidad en que fue niña.

Pía Barros

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jueves, 4 de agosto de 2022

El final

El profesor Jones había trabajado en la teoría del tiempo a lo largo de muchos años

-Ya he encontrado la ecuación clave -dijo un buen día a su hija-. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, dicho campo.

Apretando un botón mientras hablaba, dijo:

-Esto hará retroceder el tiempo, el retroceder hará esto -dijo, hablamos mientras botón un apretando.

-Campo dicho, invertir incluso e, manipular puede fabricado he que máquina la.

Campo es un tiempo el. -Hija su a día buen un dijo-. Clave ecuación la encontrado he y.

Años muchos de largo lo a tiempo del teoría la en trabajado había Jones profesor el.

Frederic Brown

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