Última
voluntad
Los
moribundos tienen fugaces destellos de lucidez que se extinguen como velas en la
penumbra de la muerte. Mamá murió así, enumerando mis obligaciones,
recordándome mis deberes, indicándome en qué cajón estaban los papeles del
seguro, quiénes tenían libros suyos y sobre todo conminándome a proteger siempre
a mis hermanas. Pobre mamá. Su agonía había sido muy larga y jamás esperamos que
en su último instante podría despedirse así. Lentamente fue cayendo en una
somnolencia dolorosa, repitiendo una y otra vez los nombres de mis hermanas.
Cogí su mano y me dijo que le alegraba de reunirse por fin con papá. De pronto me clavó dulcemente las uñas y me pidió que nunca dejara solo a Luisito, que
estaba enfermito y me necesitaba. Y mamá murió como suponía, reservando sus
palabras finales, para el pobre Luisito, que murió de Leucemia cuando éramos
niños. Fuimos a casa de mamá a ordenar sus cosas y escuchamos un llanto dentro del
armario. Mis hermanas dicen que es mi obligación y me lo tuve que llevar a
casa. Le gusta jugar con medias de nylon
y pétalos secos.
Fernando Iwasaki
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