Por
el piso
Van por la junta de los baldosones,
marchando. Parece una fila recta, pero no. Hay que mirar con atención, una
atención que sólo se logra siendo un niño o estando enamorado. Una atención
minuciosamente escrutadora de cada gesto, de cada señal. Porque además de las
que van derechitas, ordenadas, marciales, con su cargamento de dichondras
molidas a dentelladas, hay otras que hacen un trabajo diferente. Entonces,
éstas avanzan un tramo más rápido que el resto, se frenan, se corren a un
costado, miran, vuelven para atrás, se cruzan al otro baldosón, mirando para
afuera de la canaleta llena de arena que el viento trajo esta mañana desde los
médanos.
Son éstas, más inquietas, más
inconstantes, más rebeldes, más libres. Las veo pasar, ir y venir, por los
costados, mientras este pasto que ya empieza a pudrirse encima cada vez pesa
más y más. En serio, me duele la espalda hace demasiados hormigueros y
demasiadas historias.
Mendieta (Alberto Vitale)
Imagen: https://www.google.com