El último ser
humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese
instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada
del otro.
Cuando el río
es lento y se cuenta con una buena bicicleta o caballo, sí es posible bañarse
dos (y hasta tres, de acuerdo con las necesidades higiénicas de cada quién)
veces en el mismo río.