domingo, 27 de septiembre de 2020

Que nadie las despierte

Nada me produce más horror que volver a casa de madrugada por cualquiera de esas flamantes autopistas que circunvalan mi ciudad. Los carteles fosforescentes me infunden un sosiego adormilador, y las luces de los coches se disuelven liquidas en la cremosa oscuridad. Me hipnotiza ese veloz resplandor que engulle las líneas blancas de la autovía y me pregunto si acabaré en la cuneta o contra los pilotes que reverberan gelatinosos, casi difuminados por los pinceles de mis párpados.

De pronto pienso en las niñas y me enderezo, me abronco, me pellizco, Ellas desean verme al despertar, y si muero mientras duermen las condenaría a una feroz vigilia de pesadillas. Pero el sueño en la carretera me envuelve con redes sutiles y bostezo como los túneles o cabeceo al viento  como las soñolientas adelfas, cuajadas en la insoportable monotonía de las regueras. A lo lejos brilla turbia la ciudad y en la duermevela busco las farolas de mi calle, la luz del portal de casa, la lámpara de mi mesilla de noche…

Ya en la cama me acurruco jun to a mis hijas, abrazo sus cuerpos tibios y beso sus mejillas como flanes. Entonces me arrasan las lágrimas y estremecido por la inercia de la velocidad me invade una sonámbula sensación de zozobra. Tal vez aún estoy en la autopista, acaso jamás llegué a casa. Y demudado espero hasta el alba porque no quiero despertarlas y que descubran que quien las sueña soy yo.

Fernando Ywasaki

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martes, 22 de septiembre de 2020

Comunión matutina

 De improviso, me ha alcanzado eta mañana un aluvión de alegrías, como manada de corzos saltarines: el beso madrugador de mi esposa; la voz, que no el 'guasap', de mis hijos al teléfono; la roja eclosión de la dalia en el jardín al tiempo que el amarillo girasol inicia el giro; el tímido primer rayo de sol tras la nubecilla que se aleja; el celo de la pájara en el alero, con su pico cargado, tratando de calmar la sonora desazón  de su pequeños; la paz redonda de la mañana azul; el caminar de esa pareja de amantes maduros, cogidos de la mano y poseyendo el mundo…

Cierro los ojos, y entro en la armonía cósmica con el pie derecho. Al caer en la cuenta, la respiro consciente y honda. Un minuto en silencio y me dispongo a asearme para no desentonar.

Félix


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jueves, 17 de septiembre de 2020

 La poeta écuyère

Su número consiste en montar el signo y hacer piruetas acrobáticas sobre la gruesa línea que separa significado de significante. El signo, mucho menos dócil de lo que el público imagina, a veces se encabrita y la voltea de un corcovo. Entones la écuyère se lamenta de haber abandonado la gramática y el diccionario para seguir al circo. La aplauden poco.

Ana María Shua

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sábado, 12 de septiembre de 2020

 Día del padre

Yo soy padre soltero, pero nadie lo sabe. No es que me dé vergüenza, la sociedad de nuestros tiempos ya acepta a los que no somos todos iguales. Ser padre soltero, aunque todavía no sea cosa tan común en este mundo, no es nada del otro, no. Lo que sí es que, para ser completamente feliz, voy a tener que conseguirme algunos hijos porque, como me decía mi madre, Tú te las pasas todo el día jugando al padre, pero ni hijos tienes. Y yo le contestaba: madre, es que yo nací con la paternidad de nacimiento, ¿no ve?

Yo lo único que le pido al santo niño es que alguien, una persona buena, el día de mi cumpleaños, o con cualquier otro pretexto, me regale un hijo, aunque sea uno, chiquito de preferencia.

Dante Medina

Padre e hijo jugando en el parque a la hora del atardecer. familia feliz  divirtiéndose al aire libre | Foto Gratis

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Dante Medina

lunes, 7 de septiembre de 2020

 La confesión

En la primavera de 1232, cerca de Aviñón, el caballero Gontran D’Orville mató por la espalda al odiado conde Geoffroy, señor del lugar. Inmediatamente confesó que había vengado una ofensa, pues su mujer lo engañaba con el Conde.

Lo sentenciaron a morir decapitado, y diez minutos antes de la ejecución le permitieron recibir a su mujer en la celda.

-¿Por qué mentiste? –preguntó Giselle D’Orville- ¿Por qué me llenas de vergüenza?

-Porque soy débil –repuso- De este modo simplemente me cortarán la cabeza. Si hubiera confesado que lo maté porque era un tirano, primero me torturarían.

Manuel Pyrou

Ejecución de Sir Walter Raleigh en Inglaterra 1618. Xilografía coloreada a  mano Fotografía de stock - Alamy

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martes, 1 de septiembre de 2020

 El poeta de las retamas escribe sobre las piedras en el riñón

La prima Luisita, del tío Manuel Correplaya, murió de piedra en el riñón. A la prima Luisita le consentíamos la mayoría de los caprichos porque nuestros padres nos advertían que la prima lo pasaba muy mal con aquellos dolores tan espantosos que le sobrevenían cada vez que tenía que echar una piedra fuera del riñón a través del caño del orín.

-¿Y quién le ha metido a la prima tantas piedras? –le preguntábamos a nuestros padres.

-Le han echado un mal de ojo, hijos, -nos contestaban.

Por aquella época estuvimos tan atentos a las miradas, que cada vez que nos encontrábamos con un bizco, volvíamos la espalda y dábamos la vuelta por otra calle porque podría sacarse las piedras del bolsillo y metérnoslas por la boca.

Eladio Orta

Microrrelato de Eladio Orta: El poeta de las retamas escribe sobre las  piedras en el riñón

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