Libertad
Hoy proclamé la independencia de mis actos. A la ceremonia sólo
concurrieron unos cuantos deseos insatisfechos, dos o tres actitudes
desmedradas. Un propósito grandioso que había ofrecido venir envió a última
hora su excusa humilde. Todo transcurrió en un silencio pavoroso.
Creo que el error consistió en la ruidosa proclama: trompetas y
campanas, cohetes y tambores. Y para terminar, unos ingeniosos juegos de moral
pirotécnica que se quedaron a medio arder.
Al final me hallé a solas conmigo mismo. Despojado de todos los
atributos de caudillo, la medianoche me encontró cumpliendo un oficio de mera
escribanía. Con los últimos restos del heroísmo emprendí la penosa tarea de
redactar los artículos de una dilatada constitución que presentaré mañana al
asamblea general. El trabajo me ha divertido un poco, alejando de mi espíritu
la triste impresión del fracaso.
Leves e insidiosos pensamientos de rebeldía vuelan como
mariposas nocturnas en torno a la lámpara, mientras sobre los escombros de mi
prosa jurídica, pasa de vez en cuando un tenue soplo de marsellesa.
Juan José Arreola
Imagen:https://www.google.com/