martes, 28 de noviembre de 2023

Orden

Es de noche. El hombre toma un taxi. El taxista asalta al hombre. Le quita dinero y documentos. El hombre queda abandonado en una esquina. Vienen asaltantes, cuchillo en mano. Lo despojan de sus vestimentas. Huyen. El hombre, desnudo, va en procura de auxilio. Detiene un coche policial. Lo golpean. Es arrestado por no portar identificación. Sospechan delincuencia sexual. Lo encierran en la celda de los sodomitas. Es violado. Grita. Los guardias no vienen. Al día siguiente lo trasladan a enfermería. El médico ordena cambiarlo de celda. Lo dan de alta. Es trasladado a la sección de presos políticos. Después de algunos días lo interrogan. Nada le creen, pues no posee documentos. Nadie sabe o recuerda a quienes lo detuvieron. Lo torturan. Exigen entregue el nombre  de sus contactos. El hombre cuenta su historia. Todos ríen. Es incomunicado. Permanece en celda solitaria por varios meses. Cuando se acuerdan de él, está flaquísimo y loco. Lo envían al Manicomio. Grita que lo dejen en paz. Muere.

Diego Muñoz Valenzuela

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martes, 21 de noviembre de 2023

La colección

Hace días pasé a ver a mi amigo, el periodista Misha Kovrov. Estaba sentado en su diván, se limpiaba las uñas y tomaba té. Me ofreció un vaso.

-¡Yo sin pan no tomo –dije-. ¡Vamos por el pan!

-¡Por nada! A un enemigo, dígnate, lo convido con pan, pero a un amigo nunca.

.Es extraño ¿Por qué pues?

-Y mira por qué ¡Ven acá!

Misha me llevó a la mesa y extrajo una gaveta.

-¡Mira!

Yo miré en la gaveta y no vi definitivamente nada.

-No veo nada Unos trastes Unos clavos, trapitos, colitas

-¡Y precisamente eso, pues mira! ¡Diez años hace que reúno estos trapitos, cuerditas y clavitos! Una colección memorable.

Y Mischa apiló en sus manos todos los trastes y los vertió sobre una hoja de periódico.

-¿Ves este cerillo quemado? –dijo, mostrándome un ordinario, ligeramente carbonizado cerillo-, es un cerillo interesante. El año pasado lo encontré en una rosca, comprada en la panadería de Savastianov. Casi me atraganté. Mi esposa, gracias, estaba en casa y me golpeó por la espalda, si no se me hubiera quedado en la garganta este cerillo. ¿Ves esta uña? Hace tres años fue encontrada en un bizcocho, comparado en la panadería Filippov. El bizcocho, como ves, estaba sin manos, sin pies, pero con uñas. ¡El juego de la naturaleza! Este trapito verde hace cinco años habitaba en un salchichón, comprado en uno de los mejores almacenes moscovitas. Esa cucaracha reseca se bañaba alguna vez en una sopa, que yo tomé en el bufete de una estación ferroviaria,  y este clavo en una albóndiga en la misma estación. Esta colita de rata y pedacito de cordobán fueron encontrados ambos en un mismo pan de Filippov. El boquerón del que quedan ahora sólo las espinas, mi esposa lo encontró en una torta, que le fue obsequiada el día del santo. Esta fiera, llamada chinche, me fue obsequiada en una jarra de cerveza en un tugurio alemán Y ahí, ese pedacito de guano casi no me lo tragué, comiéndome una empanada en una taberna,,, Y por el estilo, querido.

-¡Admirable colección!

-Sí. Pesa libra y media, sin contar todo lo que yo, por descuido, alcancé a tragarme y digerir. Y me he tragado yo probablemente, unas cinco, seis libras

Misha tomó con cuidado la hoja de periódico, contempló por un minuto su colección y la vertió de vuelta a la gaveta. Yo tomé en la mano el vaso, empecé a tomar té, pero ya no rogué mandar por pan,

Anton Chejov

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miércoles, 15 de noviembre de 2023

 La culta dama

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado “El dinosaurio.”

-¡Ah, es una delicia –me respondió. Ya estoy leyéndolo!

José de la Colina

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jueves, 9 de noviembre de 2023

Lo timó

En tiempos de antaño, en Inglaterra, los delincuentes condenados a la pena de muerte gozaban del derecho de vender en vida sus cadáveres a los anatomistas y fisiólogos. El dinero obtenido de esta forma, aquellos se lo daban a sus familiares o se lo bebían. Uno de ellos, pescado en un crimen horrible, llamó a su lugar a un científico médico y, tras negociar con él hasta el hartazgo, le vendió su propia persona por dos guineas. Pero al recibir el dinero él, de pronto, se empezó a carcajear

-¿De qué se ríe? –se asombró el médico.

-¡Usted me compró a mí, como hombre que debe ser colgado –dijo el delincuente carcajeándose-, pero yo lo timé a usted! ¡Yo voy a ser quemado! ¡Ja Ja!

Anton Chejov

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sábado, 4 de noviembre de 2023

Toque de queda

-Quédate –le dije.

Y la toqué.

Omar Lara

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