Misterios del tiempo
Cuando el viajero miró hacia atrás y vio que el camino estaba intacto, se dio cuenta de que sus huellas no lo seguían, sino que lo precedían.
Alejandro Jodorowski
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Y no pensar en nada
A la ru ru nena no te duermas nunca, no pegues pestaña ni labios, quédate despierta mirándome, recuerda el color del odio que te tengo, recuerda que tus ojos son mis ojos, que has heredado la misma confusión infantil, la esperanza de un tal vez mañana. A la rru rru, me canto otras canciones antiguas de radio chicharra, meciéndote en mis brazos las palabras que él dijo antes de irse, mucho antes, cuando el amor podía ser deletreado, cuando galopaba mi noche entera, besando la orilla del abismo, ayudándome a recobrar el aliento del deseo. No hay palabra que pueda definir el antes, nunca entenderás que la tristeza eres tú misma. A la rru rru muerte, viniste a nacer porque no hubo más remedio, por un simple asunto de gravedad caíste entre mis piernas y no lloraste, no lo harás, como si supieras que las lágrimas no solucionan nada, aunque te remezca y pellizque tus manos, no lo harás; lo sé porque te miro y una voz monótona responde por ti, un mamámamámamá de muñeca de pilas, la que permanecerá conmigo, sin molestar ni siquiera un segundo, sin cagar todo el día o gemir de hambre, de frío, de poco cariño.
Lilian Elphick
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La incrédula
Sin mi mujer
a mi costado y con excitación de deseos acuciosos y perentorios, arribé a un sueño
obseso. En él se me apareció una, dispuesta a la complacencia. Estaba tan pródigo, que me pasé en su compañía de la hora nona a la hora sexta, cuando el canto del
gallo. Abrí luego los ojos y ella misma, a mi diestra, con sonrisa benévola, me
incitó a que la tomara. Le expliqué, con sorprendida y agotada escusa, que ya lo
había hecho.
-Lo sé -respondió-,
pero quiero estar cierta.
Yo no hice caso
a su reclamo y volví a dormirme, profundamente, para no caer en una tentación irregular
y quizás ya innecesaria.
Edmundo Valdés
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Borges, el palabrista: 75
(Recogido por Esteban Peicovich)
Creo que “ser feliz” es algo muy raro,
ocurre muy pocas veces. La felicidad se encuentra generalmente en el pasado y
eso es, por supuesto, una forma de desdicha presente. Por otra parte, querer
ser feliz es una tarea todavía más difícil de lograr.
Para mí la felicidad consiste, quizás,
en haber sido feliz alguna vez o, por lo menos, creer que uno lo ha sido. En
este sentido, he escrito un verso que expresa bien lo que siento con respecto a
la felicidad:
“Es mucho haber tocado el viviente jardín siquiera un día”. He intentado combatir mi desdicha con mis poesías, con mis cuentos. Otros seguramente lo han hecho con su pintura, su música, su escultura.
Jorge Luis Borges
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