Ya me he bajado de tu cruz,
mujer, y quiero que lo sepas.
La piedra del sepulcro no ha
rodado, la he parado en el último momento.
Tu pesado y granítico recuerdo
ha quedado suspendido, porque a tiempo me he desclavado del madero.
Primero las palmas desclavé de
un golpe.
Después, de un salto, desclavé
los pies y estoy derecho en tierra.
No pienso dar ni un grito más
por ti.
Ni un suspiro, ni una queja, ni
un lamento saldrá más de mi boca.
Todavía me duelen mis suspiros
y sangra mi costado, pero voy desandando el viacrucis.
Por días fue un calvario tu
ausencia dolorosa, pero mira cómo desciendo la colina y bajo al valle.
Determinado estoy a no mirar
atrás.
Con asco escaldaré la muerte
del sudario.
Voy a bañarme en agua fría y a
ungir mi carne con perfumes olorosos.
De par en par abriré puerta y
ventanas para que me purifique el sol y el viento oree.
Me vestiré de múltiples colores
y arrojaré tu anillo hacia el olvido,
que quiero desnudar mis manos
y recoger de nuevo los dones de
la vida.
No bajaré al sepulcro.
Félix
No hay comentarios:
Publicar un comentario