Payaso
perfecto
Nada tan desopilante como el fracaso
ajeno. Los payasos fracasan ruidosamente en toda tarea que emprenden y el
público ríe, ríe, ríe. El payaso perfecto fracasa incluso en su intento de
divertir a los espectadores, que lo miran aburridos e incluso tristes. Es la
culminación absoluta de su arte, pero pocos lo comprenden. Despedido del circo,
nadie quiere emplearlo y camina por las calles, desalentado, menos gracioso que
nunca, seguido por un grupo de jóvenes universitarios que lo consideran un
espectáculo de culto. Con el tiempo,
llegará a ganarse la vida dando conferencias. Su país lo postula para el premio
Grok, el Nobel de los payasos.
Ana María Shua
Imagen:https://www.google.com/
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