La habitación maldita
Llegué sin reserva porque para
eso soy cliente habitual, pero no quisieron darme la única habitación que les
quedaba. A regañadientes me entregaron la llave y se ofrecieron a buscarme una
suite en otro hotel de la cadena, mas ya estaba muy cansado y subí sin hacerles
caso. La decoración no era la misma de las otras habitaciones: las paredes
estaban llenas de crucifijos y los espejos apenas reflejaban mis movimientos.
Recién cuando me eché en la cama reparé en la pintura del techo: un Cristo
viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me dormí con la inexplicable
sensación de sentirme amortajado.. Un clavo de frío me despertó, y junto a la
cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: “¿Por qué has sido tan
imprudente? Ahora te quedarás tú”. Desde entonces sigo esperando que venga
otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.
Fernando Iwasaki
Imagen:https://www.google.com/
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