El salón de bailes sin baños o el rapto de los orinantes
Un pintoresco croquis del atlas señala
en la calle Yatay un enorme salón de baile. A
pesar de su lujosa apariencia, el local no tenía baños. Sucedía entonces
que los bailarines se veían obligados a abandonar la milonga para pedir permiso
en casa vecinas o costearse hasta algún café más hospitalario. Sin embargo los
más audaces solían aventurarse en un yuyal cercano que ofrecía una sombría
privacidad. Los Cronistas Soñadores
sostienen que nadie regresaba jamás de aquel sitio. Citan el testimonio de más
de cuarenta damas abandonadas que en vano esperaron a sus compañeros, a veces
en el interior del salón, a veces en la misma vereda del potrero. Los espíritus
fantásticos pretenden que los brujos raptaban a los bailarines y los llevaban a
sus gabinetes como esclavos o como carnada para atraer a los demonios. Por esa razón, o quizá por la escasa belleza
de las damas asistentes, los jóvenes dejaron de concurrir al salón. Los propietarios
hicieron construir baños paro ya era demasiado tarde.
Alejandro Dolina
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