El hombre objeto
El “no sirves para nada” nació
de mi madre y se instaló conmigo para convertirse en una carga pesada que me
lastima el ánimo. Pero todo cambió cuando la noche en que conocí a Tina y me
llevó a su casa. Después de una exploración pasional de nuestros cuerpos y de
dejarme sin fuerza alguna, ella me dobló en dos y abrió su armario. Ante mis
ojos aparecieron otros hombres colgados en sus perchas y, cuando me colocó en la
mía, supe que había encontrado mi lugar en el mundo. Según mis compañeros, soy
su pasatiempo entre el donjuán y el poeta.
Nicolás Jarque Alegre
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