La Jirafa
Al darse cuenta de que había puesto
demasiado alto los frutos de un árbol predilecto, Dios no tuvo más remedio que
alargar el cuello de la jirafa.
Cuadrúpedos de cabeza volátil, las
jirafas quisieron ir por encima de su realidad corporal y entraron
resueltamente al reino de los desproporcionados. Hubo que resolver para ellas
algunos problemas biológicos que más parecen ingeniería y de mecánica: un circuito
nervioso de doce metros de largo; una sangre que se eleva contra la ley de la
gravedad, mediante un corazón que
funciona como bomba de pozo profundo; y todavía, a esas alturas, una lengua
eréctil que va más arriba, sobrepasando con veinte centímetros el alcance de
los belfos para roer los pimpollos como una lima de acero.
Con todos sus derroches de técnica, que
complican extraordinariamente su galope y sus amores. La jirafa representa
mejor que nadie los devaneos del espíritu: busca en las alturas lo que otros
encuentran a ras del suelo.
Pero como finalmente tiene que inclinarse de vez en cuando para beber el agua común, se ve obligada a desarrollar su acrobacia al revés. Y se pone entonces al nivel de los burros
Juan José Arreola
Imagen:https://www.blogger.com/
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