martes, 28 de octubre de 2025

 Préstamo bancario

Raúl Fonseca Vera se pone su traje más apreciado. Quiere dejar la mejor impresión en el Banco para tramitar el préstamo hipotecario que necesita para comprar al fin su casa, su propia casa. Antes de salir se mira en el espejo y se ajusta la corbata. Sonríe satisfecho. Su mujer le acompaña hasta la puerta, lo abraza y le desea buena suerte. Han esperado por mucho tiempo esta oportunidad. Camina sin prisa, n quiere mostrarse nervioso, excitado. El día de sol veraniego le hace sentirse optimista. Repasa mentalmente lo que les dirá a los ejecutivos del Banco para convencerles de que su petición está bien respaldada. Al llegar, se dirige a uno de los funcionarios que pareciera ser el indicado para su trámite. Le expone con calma su requerimiento y sus razones. Este le escucha con atención. Espera unos instantes, luego completa varios formularios y estampa su pulgar derecho en otros tantos papeles.

-Ya vuelvo -le die el agente – Tenga paciencia.

Cuando regresa le muestra una carpeta con diversos documentos.

-Lo sentimos -le dice-, no podemos cursar su solicitud. En todos sus antecedentes figura como ya fallecido.

El hombre, desconcertado, va hacia la salida y se acerca a una mujer sentada en actitud de resignación.

-¿Usted, también está muerta?

La mujer se encoge de hombros y asiente en silencio.

Manuel Pastrana Lozano

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miércoles, 22 de octubre de 2025

Preocupación

-No se preocupe. Todo saldrá bien –dijo el verdugo.

-Eso es lo que me preocupa –respondió el condenado a muerte.

Orlando Enrique Van Bredam

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jueves, 16 de octubre de 2025

El prosista irreprochable

Nunca puso un adjetivo de más. No cayó en el psicologismo ni en el panfleto. No cultivó la literatura pasatista pero tampoco militó en el experimentalismo. No fue solemne ni cursi ni pretencioso ni meramente sarcástico. Jamás escribió una línea.

Fabián Vique

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jueves, 9 de octubre de 2025

El carabao

Frente a nosotros el carabao repasa interminablemente, como Confucio y Laotsé, la hierba frugal de unas cuantas verdades eternas. El carabao, que nos obliga a aceptar de una vez por todas la raíz oriental de los rumiantes.

Se trata simplemente de toros y de vacas, es cierto, y poco hay de ellos que justifique su reclusión en las jaulas de un parque zoológico. El visitante suele pasar de largo ante su estampa casi doméstica, pero el observador atento se detiene a ver que los carabaos parecen dibujados por Utamaro.

Y medita: mucho antes de las hordas capitaneadas por el Can de los Tártaros, las llanuras de occidente fueron invadidas por inmensos tropeles de bovinos. Los extremos de ese contingente se incluyeron en el nuevo paisaje, perdiendo poco a poco las características que ahora nos devuelve la contemplación del carabao: anguloso desarrollo de los cuartos traseros y profunda implantación de la cola, final de un espinazo saliente que recuerda la línea escotada de las pagodas; pelaje largo y lacio; estilización general de la figura que se acerca un tanto al reno y al okapi. Y sobre todo los cuernos, ya francamente de búfalo: anchos y aplanados en las bases casi unidas sobre el testuz, descendiente luego a los lados en una doble y amplia curvatura que parece escribir en el aire la redonda palabra carabao.

Juan José Arreola

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viernes, 3 de octubre de 2025

Nudo ciego

Se había metido tanto en su propio cuento, que se enredó en el nudo y nunca pudo encontrarle un desenlace.

Manuel Pastrana Lozano

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