Préstamo bancario
Raúl Fonseca Vera se pone su traje más apreciado. Quiere dejar la mejor
impresión en el Banco para tramitar el préstamo hipotecario que necesita para
comprar al fin su casa, su propia casa. Antes de salir se mira en el espejo y
se ajusta la corbata. Sonríe satisfecho. Su mujer le acompaña hasta la puerta,
lo abraza y le desea buena suerte. Han esperado por mucho tiempo esta
oportunidad. Camina sin prisa, n quiere mostrarse nervioso, excitado. El día de
sol veraniego le hace sentirse optimista. Repasa mentalmente lo que les dirá a
los ejecutivos del Banco para convencerles de que su petición está bien
respaldada. Al llegar, se dirige a uno de los funcionarios que pareciera ser el
indicado para su trámite. Le expone con calma su requerimiento y sus razones.
Este le escucha con atención. Espera unos instantes, luego completa varios
formularios y estampa su pulgar derecho en otros tantos papeles.
-Ya vuelvo -le die el agente – Tenga paciencia.
Cuando regresa le muestra una carpeta con diversos documentos.
-Lo sentimos -le dice-, no podemos cursar su solicitud. En todos sus
antecedentes figura como ya fallecido.
El hombre, desconcertado, va hacia la salida y se acerca a una mujer
sentada en actitud de resignación.
-¿Usted, también está muerta?
La mujer se encoge de hombros y asiente en silencio.
Manuel Pastrana Lozano
Imagen:https://www.blogger.com
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