domingo, 7 de abril de 2019


Pantomima

Lucila es una niña vivaracha de cinco años. Tiene el pelo negro y ondulado y, por ojos, dos estrellas de color amielado. Cuando sale a la calle con María, no quiere que ésta la lleve de la mano; le gusta corretear por delante, disfrutando de una osada autonomía. Ayer Lucila, abusando de su jubilosa independencia, tropezó y cayó de rodillas:
-¡Ay, ay, mi brazooo! –dice Lucila tocándose el brazo y luego la pierna.
--¿Ves? ¿Te has hecho daño? – grita María, corriendo hacia ella y en tono de reproche.
-Sí, -dice Lucila fabricando un sollozo entrecortado- pero me he caído, porque estaba pensando en lo despistada que tú eres, abuelita.

Félix

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lunes, 1 de abril de 2019


El álbum

El consejero administrativo Craterov, delgado y seco como la flecha del Almirantazgo, avanzó algunos pasos y, dirigiéndose a Serlavis, ledijo:
-Excelencia: Constantemente alentados y conmovidos hasta el fondo del corazón por vuestra gran autoridad y paternal solicitud
-Durante más de diez años –le sopló Zacoucine.
-Durante más de diez años... ¡Jum!... En este día memorable, nosotros, sus subordinados, ofrecemos a su excelencia, como prueba de respeto y de profunda gratitud, este álbum con nuestros retratos, haciendo votos porque su noble vida se prolongue muchos años y que por largo tiempo aún, hasta la hora de la muerte, nos honre con...
-Sus paternales enseñanzas en el camino de la verdad y del progreso –añadió Zacoucine, enjugándose las gotas de sudor que de pronto habían invadido la frente. Se veía que ardía en deseos de tomar la palabra para colocar el discurso que seguramente traía preparado.
-Y que –concluyó- su estandarte siga flotando mucho tiempo aún en la carrera del genio, del trabajo y de la conciencia social.
Por la mejilla izquierda de Serlavis, llena de arrugas, se deslizó una lágrima.
-Señores –dijo con voz temblorosa-, no esperaba yo esto, no podía imaginar que celebraran mi modesto jubileo. Estoy emocionado, profundamente emocionado, y conservaré el recuerdo de estos instantes hasta la muerte. Créanme, amigos míos, les aseguro que nadie les desea como yo tantas felicidades... Si alguna vez ha habido pequeñas dificultades... ha sido siempre en bien de todos ustedes...
Serlavis, actual consejero de Estado, dio un abrazo a Craterov, consejero de estado administrativo, que no esperaba semejante honor y que palideció de satisfacción. Luego, con el rostro bañado en lágrimas como si le hubiese arrebatado el precioso álbum en vez de ofrecérselo, hizo un gesto con la mano para indicar que la emoción le impedía hablar. Después, calmándose un poco, añadió unas cuantas palabras muy afectuosas, estrechó a todos la mano y, en medio del entusiasmo y de sonoras aclamaciones, se instaló en su coche abrumado de bendiciones. Durante el trayecto sintió su pecho invadido de un júbilo desconocido hasta entonces y de nuevo se le saltaron las lágrimas.
En su casa le esperaban nuevas satisfacciones. Su familia, sus amigos y conocidos le hicieron tal ovación que hubo un momento en que creyó sinceramente haber efectuado grandes servicios a la patria y que hubiera sido una gran desgracia para ella que él no hubiese existido. Durante la comida del jubileo no cesaron los brindis, los discursos, los abrazos y las lágrimas. En fin, que Serlavis no esperaba que sus méritos fueran premiados tan calurosamente.
-Señores –dijo en el momento de los postres-, hace dos horas he sido indemnizado por todos los sufrimientos que esperan al hombre que se ha puesto al servicio, no ya de la forma ni de la letra, si se me permite expresarlo así, sino del deber. Durante toda mi carrera he sido siempre fiel al principio de que no es el público el que se ha hecho para nosotros, sino nosotros los que estamos hechos para él. Y hoy he recibido la más alta recompensa. Mis subordinados me han ofrecido este álbum que me ha llenado de emoción.
Todos los rostros se inclinaron sobre el álbum para verlo.
-¡Qué bonito es! –dijo Olga, la hija de Serlavis-. Estoy segura de que no cuesta menos de cincuenta rublos. ¡Oh, es magnífico! ¿Me lo das, papá? Tendré mucho cuidado con él... ¡Es tan bonito!
Después de la comida, Olga se llevó el álbum a su habitación y lo guardó en su secreter. Al día siguiente arrancó los retratos de los funcionarios, los tiró al suelo y colocó en su lugar los de sus compañeros de colegio. Los uniformes cedieron el sitio a las esclavinas blancas. Colás, el hijo pequeño de su excelencia, recortó los retratos de los funcionarios y pintó sus trajes de rojo. Colocó bigotes en los labios afeitados y barbas oscuras en los mentones imberbes. Cuando no tuvo nada más  para colorear, recortó siluetas y les atravesó los ojos con una aguja, para jugar con ellas a los soldados. Al consejero Craterov lo pegó de pie en una caja de fósforos y lo llevó colocado a sí al despacho de su padre.
-Papá, mira, un monumento.
Serlavis se echó a reír, movió la cabeza y, enternecido, dio un beso en la mejilla a Nicolás.
-Anda, pilluelo, enséñaselo a mamá para que lo vea ella también.

Anton Chejov

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miércoles, 27 de marzo de 2019


Enemistados VIII

Empezaba a llover y abrí el paraguas. Presuroso subía hacia mi casa, cuando le vi venir. El viejo Tiempo venía azacanado, angustioso y febril, calado hasta los huesos, pegado a su cráneo el pelo ralo y chorreando de pies a la cabeza. Cruzamos la mirada y me dio pena. ‘Ven, cobíjate conmigo, te hago sitio’, le dije. Airado me miró: ‘No, gracias, tengo prisa, ahí te quedas’, contestó.
Y me robó el paraguas.


Félix

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jueves, 21 de marzo de 2019


Tu nombre

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana, paseando a lo largo de la estancia, loco, lleno de ti, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

Jaime Sabines

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viernes, 15 de marzo de 2019


La piñata

Fui invitado por los padres de Angelita a la fiesta de su séptimo cumpleaños.
Cuando me pusieron el palo en la mano y quisieron vendarme los ojos  mientras todos los demás niños gritaban “dale, dale, dale…”, me negué a participar para no hacerle a Angelita más “añicos.”

Félix

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domingo, 10 de marzo de 2019


Ballena mínima

En el orden del miniaturismo animal brilla por su pequeñez la llamada ballena de los Sargazos. Su color tiene la claridad, la inquietante luminiscencia de olivina, y su fumarola la transforma a ojos de un raro observador en un nenúfar gaseoso. La leyenda le ha fabricado un origen mítico, y dice que en el  primer día fue una muchacha alada, casi un ángel que huyendo de un arquero rijoso ocultó su gracia en el laberinto de lo vegetal oceánico; y así también, que su tamaño es sólo defensa, una fuga ante un enamorado tenaz. Y añade que las sirenas, celosas de su hermosura, obligaron a los dioses a que la convirtieran en un vulgar mamífero. Mas aún así, los navegantes que la han dado caza celebran su poder amatorio y cantan la belleza única de su pechos de niña.

Rafael Pérez Estrada

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lunes, 4 de marzo de 2019


Bon Vivant

La noche bajo el puente había sido fresca. Hombre prevenido vale por dos, se dijo al despertar. Se estiró para desentumecerse, hizo un hatillo con la guía de restaurantes y se echó a andar por esos caminos de dios, decidido a tomar baños de sol primaveral.

Félix

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