jueves, 16 de enero de 2025

Mi esquizofrenia

Mi esquizofrenia va de mal en peor: mi segunda personalidad dice que, como  no se lleva bien con la primera, se aliará con la tercera para mitigar su soledad. La primera, entre tanto, alega que, por más esfuerzos que hace, no logra congeniar con la segunda, razón por la cual formará alianza con la cuarta, habida cuenta de que si la tercera se lleva bien con la segunda, es imposible que se lleve bien con ella. Afortunadamente, me he podido mantener al margen de esta absurda disputa y no he sido involucrado en lo que, a todas luces, es una malsana maraña de incomprensiones.

Armando José Sequeira

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jueves, 9 de enero de 2025

El rinoceronte

El gran rinoceronte se detiene. Alza la cabeza. Recula un poco. Gira en redondo y dispara su pieza de artillería. Embiste como ariete, con un solo cuerno de toro blindado, embravecido y cegato, en arranque total de filósofo positivista. Nunca da en el blanco, pero queda siempre satisfecho de su fuerza. Abre luego sus válvulas de escape y bufa a todo vapor.

(Cargados con armadura excesiva, los rinocerontes en celo se entregan en el claro del bosque a un torneo desprovisto de gracia y destreza, en el que sólo cuenta al calidad medieval del encontronazo.)

Ya en cautiverio, el rinoceronte es una bestia melancólica y oxidada. Su cuerpo de muchas piezas ha sido armado en los derrumbaderos de la Prehistoria, con láminas de cuero troqueladas bajo la presión de los niveles geológicos. Pero en un momento especial de la mañana, el rinoceronte nos sorprende: de sus ijares enjutos y resecos, como agua que sale de la hendidura rocosa, brota el gran órgano de vida torrencial y potente, repitiendo en la punta los motivos cornudos de la cabeza animal, con variaciones de orquídea, de azagaya y alabarda.

Hagamos entonces homenaje a la bestia endurecida y abstrusa, porque ha dado lugar a una leyenda hermosa. Aunque parezca imposible, este atleta rudimentario es el padre espiritual de la criatura poética que se desarrolla en los tapices de la Dama, el tema del Unicornio caballeroso y galante.

Vencido por una virgen prudente, el rinoceronte carnal se transfigura, abandona su empuje y se agacela y se arrodilla. Y el cuerpo obtuso de agresión masculina se vuelve ante la doncella una esbelta endecha de marfil.

Juan José Arreola

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jueves, 2 de enero de 2025

La tortuga y Aquiles

Por fin, según el cable, la semana pasada la tortuga llegó a la meta. En rueda de prensa declaró modestamente que siempre temió perder, pues su contrincante le pisó todo el tiempo los talones.

En efecto, una diesmiltrillonésima de segundo después, como una flecha y maldiciendo a Zenón de Elea, llegó Aquiles.

Augusto Monterroso

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viernes, 27 de diciembre de 2024

Las alas

Tres veces soñó que le ponían alas; se propuso no soñar como niño o como beata, y se fue, dormido, sin alas.

Ana María Mopty de Kiorcheff

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viernes, 20 de diciembre de 2024

El parásito

 No era un fibroma, ni un tumor, ni un folículo infectado, sino un mellizo marchito enquistado en su espalda como un inquilino perpetuo y satisfecho. Quizá nunca debí decirle lo que era y dejar que pensara que se trataba de un bulto de grasa cualquiera, pero aquel hombre me pareció inteligente  y no dudé en mostrarle aquella miniatura atrofiada de sí mismo. Algunos pacientes no están preparados para saber lo que tienen y para contemplar sin prejuicios el infinito paisaje de las patologías humanas. Como aquel hombre que sostenía desconsolado a su gemelo nonato y que incluso le cortó el pelo y las uñas diminutas hasta encontrarle un pálido destello, un reflejo remoto, un melancólico parecido. Soy un científico, ¿cómo podía saber si sentía o si soñaba? Dos días después de la operación falleció por cusas desconocidas. El parásito le sobrevivió un día más.

Fernando Iwasaki

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sábado, 14 de diciembre de 2024

La Jirafa

Al darse cuenta de que había puesto demasiado alto los frutos de un árbol predilecto, Dios no tuvo más remedio que alargar el cuello de la jirafa.

Cuadrúpedos de cabeza volátil, las jirafas quisieron ir por encima de su realidad corporal y entraron resueltamente al reino de los desproporcionados. Hubo que resolver para ellas algunos problemas biológicos que más parecen ingeniería y de mecánica: un circuito nervioso de doce metros de largo; una sangre que se eleva contra la ley de la gravedad, mediante un  corazón que funciona como bomba de pozo profundo; y todavía, a esas alturas, una lengua eréctil que va más arriba, sobrepasando con veinte centímetros el alcance de los belfos para roer los pimpollos como una lima de acero.

Con todos sus derroches de técnica, que complican extraordinariamente su galope y sus amores. La jirafa representa mejor que nadie los devaneos del espíritu: busca en las alturas lo que otros encuentran a ras del suelo.

Pero como finalmente tiene que inclinarse de vez en cuando para beber el agua común, se ve obligada a desarrollar su acrobacia al revés. Y se pone entonces al nivel de los burros

Juan José Arreola

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viernes, 6 de diciembre de 2024

La tela de Penélope o quién engaña a quién

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.

Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a urtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.

De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.

Augusto Monterroso

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