Hola, amigo:
¡Hay que ver cómo pasas!
Apenas me doy cuenta y veinte arrugas ya. Patasdegallo y otras. Parece que fue ayer cuando aquellas tersuras.
En fin… recibe mis saludos.
El tiempo.
Encontré su carta en el espejo, escrita con carmín, una mañana fría de pijama y bostezos. Al lado, un beso rojo.
Y sentí compasión: lo vi tan deprimido, pobre mío, sentadito en su esquina, mirándome pasar…
Félix
No hay comentarios:
Publicar un comentario