El caballo volador
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En todas las versiones de este cuento
clásico el caballo es de madera o de metal. La princesa es siempre bellísima y
está encerrada más allá de las nubes. Su lujosa prisión suele ser un palacio
que flota en el aire por arte de magia y otras veces una torre muy alta. Un
príncipe es el héroe: monta en el caballo volador y se gana el amor de la
princesa. En algunas versiones el caballo despliega sus alas. En otras, vuela
llenando la tripa de aire. Curiosamente, el inventor de semejante prodigio es
un sabio feo, insignificante, en ocasiones malvado, que entregaría con gusto la
facultad de inventar caballos voladores a cambio de ser el príncipe, a cambio de lograr el
imposible amor de la princesa. Exactamente le pasa al autor del cuento.
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