La gran dolorosa del mar
Me ofrecieron la casa con
tantas facilidades, sin apenas discutir la renta, que me fue dado sospechar
algún enredo en el lugar o en el contrato.
La casa lindaba con una
playa de infinita arena. El mar parecía una lejana imposibilidad, una promesa
inalcanzable. Por lo demás, todo era silencio.
Sin embargo, el primer día
ya supe de la mujer. Los días sucesivos me acostumbraría a su historia
insólita.
La veía correr por la
playa. Vestida de negro era la Gran Dolorosa del Mar. Huía incansablemente, como
tantos mitos de crónicas que confunden la realidad con el sueño. Lo más curioso
fue descubrir cómo las gaviotas la perseguían con una ferocidad impropia de su
especie.
También la tarde que
abandoné la casa, la mujer seguía huyendo.
Rafael Pérez Estrada

Imagen:https://www.google.com
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