jueves, 18 de marzo de 2021

El otro

Me pidió permiso para sentarse a mi mesa y se sentó. Un surco ennegrecido le surcaba la garganta. No pude evitar un escalofrío.

-¿Le llama la atención mi cicatriz? – preguntó el joven.

-¡Ah, no! -fue mi hipócrita respuesta.

-Es una desgracia que aún me tortura. Al final de la guerra me hicieron prisionero y un oficial me sableó. Me dieron por muerto, me abandonaron.

-¿Al final de qué guerra?

-De la guerra contra España.

-¿Cómo?

-De la guerra contra España.

Llamé al camarero. Le pedí la cuenta y agregué:

-Mire a ver qué desea tomar el señor.

-¿Qué señor? –masculló el camarero?

Manuel Díaz Martínez

Imagen:https://www.google.com/

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