martes, 25 de agosto de 2015

Diablillos



Súbitamente cobro conciencia de que me estás mirando. Levanto los ojos y los poso en los tuyos. Me sorprendo al observar cómo se están escapando de ellos sendos diablillos, al tiempo que por la comisura de tu boca quiere huir una levísima sonrisa cómplice. El temblorcillo interior me dice que llegué al cielo otra vez.
Sin pronunciar palabra, disimulo  extrañeza, y te interrogo  con un gesto. Finjo no saber por qué andurriales camina tu pensamiento y qué escenas maquina tu imaginación.

Bajas los ojos, y sin palabras mueves la cabeza negando, mientras no puedes evitar que de nuevo a tu boca se asome la sonrisa y que a tus ojos vuelvan los diablillos.

Félix

martes, 11 de agosto de 2015

Fantasma


El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora.

Patricia Esteban Erlés


domingo, 19 de julio de 2015

Cucocuento


-No te metas nunca donde no te llamen –le dijo a Jeromo su  madre un buen día. Jeromo hacía siempre lo contrario.
-¿Dónde no me llamarán? –se dijo.
En la cueva del oso no le llamaban y entró-
-¡Grooonnzz…! –hizo el oso, que no sabía hablar y quería decir: “¡Fuera de aquí!.”
Antes de salir. Jeromo tuvo tiempo de ver un saliente en la roca, puntiagudo y sobado. Era el rascalomos del oso y le gustó.
-¿Dónde no me llamarán? –se iba preguntando Jeromo alegremente, cuando pasaba por la puerta del cura. Se paró un momento y, como no le llamaban, allí que se metió.
-¡Fuera de aquí –dijo el cura, que sí sabía hablar. Jeromo se asustó un poco cuando vio a don Blas con una verruga pasa debajo de la oreja derecha y con un fuelle de cuero en la mano izquierda y salió corriendo.
-¿Dónde no me llamarán?
Pero entonces empezó a oír voces de todos los portales del pueblo que repetían: “’Jeromo, Jeromo…! Y, como le llamaban de todas partes, se marchó a su casa.
-Madre, quiero un rascalomos sobado, una verruga pasa y un fuelle de cuero. Y se lo voy a pedir a los Reyes.
-Vaya, este niño está loco –comentó su madre divertida.
Día y noche la misma cantinela. Un mes más tarde Jeromo volvía a repetir: “quiero un rascalomos sobado, una verruga pasa y un fuelle de cuero”. Esta vez los médicos del Psiquiátrico Provincial fruncieron el ceño.
-Efectivamente, su hijo está loco, señora –dijo el Director, desmontando los lentes.

Justo el cinco de enero, Jeromo quedó internado. El seis, su madre encontró en la ventana de la habitación de Jeromo un rascalomos sobado, una verruga pasa y un fuelle de cuero.

Félix


imagen: 1ª es.wikipedia.org 2ª  wallpapers.org.es


miércoles, 8 de julio de 2015

El árbol de los ahorcados

El árbol de los ahorcados da fruto varias veces al año. Después de la cosecha, se siembran los frutos enteros, como si fueran semillas, en tierra profunda. Si nos limitamos a generalizar otros fenómenos que suceden en el planeta, podríamos suponer que crecerá en el lugar otro árbol de ahorcados. Sin embargo, después de un tiempo variable (lo he comprobado en mis periódicos viajes a la tierra) suelen surgir de la tierra unas losas de piedra, menos efímeras que los vegetales o animales pero incapaces de reproducirse. Es normal que sean estériles las especies híbridas, como es el caso de las mulas.


Ana María Shua

jueves, 18 de junio de 2015

Los Burócratas


Los burócratas nadan en un mar de aburrimiento tempestuoso. Desde el horror de sus bostezos son los primeros asesinos de la ternura, terminan por enfermarse del hígado y mueren aferrados a los teléfonos con los ojos amarillos fijos en el reloj.
Los burócratas tienen linda letra y se compran corbatas, sufren síncopes al comprobar que sus hijas se masturban, deben al sastre, acaparan los bares, leen el Reader Digest y los poemas de amor de Neruda, asisten a la ópera italiana, se persiguen, firman los pliegos nítidos del anticomunismo, los hunde el adulterio, se suicidan sin arrogancia, tienen fe en el deporte, se avergüenzan a mares de que su padre sea un carpintero.

Roque Dalton


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martes, 9 de junio de 2015

Un racimito de Melancolía



Una melodía exótica con reminiscencias orientales me acompaña en esta tarde invernal. A través del cristal, ya no veo el sol, se acaba de acostar. Tras los tejados, allá en el horizonte,  ha quedado una reverberación rosácea y amarilla, que anuncia un hielo intenso. Esta noche, mientras en el cielo las estrellas brillarán, de seguro dejará sobre los campos finas agujas de escarcha, y frío, mucho frío, en los huesos de tantos hermanos…
Ignoro por qué este deje gangoso que llega a mis oídos y los colores ocres de este ocaso se asociaron para procurarme un racimito de melancolía. Mientras lo voy comiendo grano a grano, pienso en la primera flor del almendro y me digo que acaso no tarde en llegar la primavera.

Félix

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miércoles, 3 de junio de 2015

Golpe

 

-Mamá, -dijo el niño- ¿qué es un golpe?
-Algo que duele muchísimo y deja amoratado el lugar donde te dio.
El niño fue hasta la puerta de su casa. Todo el país que le cupo en la mirada tenía un tinte violáceo.

Pía Barros


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