lunes, 29 de julio de 2019


Los sueños de Tremecén

Escandalosos, tres ángeles ebrios han escupido en el dintel de la casa este atropello: Tremecén no existe. Sus palabras, como pequeñas libélulas venenosas, han terminado confundiéndose en el vaho huidizo de los espejos. Sin embargo, la duda permanece en la postración y en las tinieblas de este día terrible. Ningún pájaro vuela ya sobre un mar de tristeza, e incluso la luna permanece impávida frente a la gracia de un pez volador.
Al amanecer, he tomado la flamígera y he expulsado del jardín a estos ángeles, mas temo que en su huida hayan arrebatado una manzana.

Rafael Pérez Estrada

Resultado de imagen de Expulsados del paraíso




miércoles, 24 de julio de 2019


Luna de madrugada

Aquella madrugada, el poeta enamorado miraba a la luna con el corazón oprimido y la luna se puso verde para mantener la esperanza.
Aquella madrugada, todos lo miopes enamorados se asomaron a la lupa de la luna, para encontrar sus amores con más claridad y ella se puso blanca y llena.
Aquella madrugada, la luna se volvió morada y se hizo telescopio, para que, desde el otro lado, los muertos todos pudiesen observar cómo el amor nos mantenía vivos.

Félix

Resultado de imagen de Luna de madrugada

lunes, 15 de julio de 2019


Colgados de la plática

Un murciélago le enseña al otro la herida que se hizo, el otro se desmaya al ver la sangre.

José Juan Aboytia

Imagen relacionada

miércoles, 10 de julio de 2019


Melancolía invernal

Son las diez menos cuarto de la mañana del domingo. Es un día gris plomizo. No hay horizonte- No se oye un ruido. No se ve a nadie por la calle. Una paloma mantuda se posa en lo alto de la chimenea del tejado del vecino. Un gorrión ha llegado hasta una maceta de mi ventana, se ha paseado por el borde y se ha marchado sin ni siquiera intuir que yo le miraba. Apenas alcanzo a ver la silueta de la torre difusamente recortada entre la bruma. Ahora es una urraca la que ha llegado hasta el alero del tejado de enfrente, en vuelo muy discreto, pues no la vi llegar. La paloma se fue y ella parece triste. Me quedo  mirando fijo hacia donde ayer estaba el cielo y mi pensamiento se diluye en el gris, mientras la melancolía empieza a poseerme. Y me dejo llevar... 

Félix

Imagen relacionada

jueves, 4 de julio de 2019


Final

Tras la batalla, los ángeles consiguieron atravesar los nueve puentes, descerrajar los portones y hacerse con el control de la fortaleza del infierno. Todos los cautivos recibieron la liberación con entusiasmo. Hasta que se organizó el traslado, la multitud aguardó ociosa, repartida en grupos de todos los tamaños, que paseaban, conversaban…
Cuando partieron los primeros convoyes y se produjeron las primeras separaciones y despedidas, muchos fueron conscientes de que no volverían a encontrarse entre tanta gente. Entonces vieron aquel lugar con nostalgia y en el último momento se rebelaron y se resistieron a abandonarlo.

Emilio Gavilanes

Resultado de imagen de Infierno

viernes, 28 de junio de 2019


Reconciliación

Últimamente, cada vez que venía mirándose en el espejo se deprimía. No quería verse más: apenas levísimos rasgos de su pasado reconocía en ese rostro.
Pero ayer, en la ojeada involuntaria y preocupada, se reconoció en la imagen del Padre: ojos suyos, cabellos suyos y el hoyuelo de la barba. Lo miró detenidamente y se reconcilió.

Félix

Imagen relacionada

domingo, 23 de junio de 2019


Génesis, 2

Imaginad que un día estalla una bomba atómica. Los hombres y las ciudades desaparecen. Toda la tierra es como un basto desierto calcinado. Pero imaginad también que en cierta región sobreviva un niño, hijo de un jerarca de la civilización recién extinguida. El niño se alimenta de raíces y duerme en una caverna. Durante mucho tiempo, aturdido por el horror de la catástrofe, sólo sabe llorar y clamar por su padre. Después sus recuerdos se oscurecen, se disgregan, se vuelven arbitrarios y cambiantes como un sueño. Su terror se transforma en algo vago. A ratos recuerda, con indecible nostalgia, el mundo ordenado y abrigado donde su padre le sonreía o le amonestaba, o ascendía (en una nave espacial) envuelto en fuego y en estrépito hasta perderse entre las nubes. Entonces loco de soledad, cae de rodillas e improvisa una oración, un cántico de lamento. Entre tanto la tierra reverdece: de nuevo brota la vegetación, las plantas se cubren de flores, los árboles se cargan de frutos. El niño, convertido en muchacho, comienza a explorar la comarca. Un día ve un ave. Otro día ve un lobo. Otro día, inesperadamente, se halla frente a una joven de su edad que, lo mismo que él, ha sobrevivido a los estragos de la guerra nuclear. Se miran, se toman de la mano: ya están a salvo de la soledad. Balbucean sus respectivos idiomas, con cuyos restos forman un nuevo idioma. Se llaman a sí mismos, Hombre y Mujer. Tienen hijos. Varios miles de años más tarde una religión se habrá propagado entre los descendientes de ese Hombre y de esa Mujer, con el padre del Hombre como Dios y el recuerdo de la civilización anterior a la guerra como un Paraíso perdido.

Marco Denevi

Imagen relacionada