Dejé las rosas
en la cocina y me acosté. Clara estaba de espaladas.
“Temo perderla
–me dije- : el trabajo, los amigos… Desde mañana la colmo a detalles y
empezamos de nuevo.”
Cuando desperté,
Clara no estaba. La puerta, abierta. Salí y llegué hasta la piscina. Allí unas
rosas se desteñían en el agua.
Félix
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