A la aventura
-Para lo que hay que ver… ¡Mejor estar ciego! -había
dicho Clemente.
Sus ojos se enojaron tanto que, aprovechando que Clemente
dormía, saltaron de sus cuencas y se echaron a rodar sueños abajo.
En el fondo del valle, junto al río, los encontró una
gallineta de agua, los llevó entre unos juncos y se empeñó en empollarlos,
ignorando absolutamente que eran güeros.
Félix
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