Elegía
Cuando murió, durante
muchos días supe que sería suficiente con marcar su número para que ella misma
me hablase de las excelencias del tiempo y de algunas noticias íntimas (estaba
seguro que evitaría tratar se su propia muerte), Sin embargo, desconociendo yo
la estética de los muertos, y el placer de sus conversaciones, me limitaba a
apoyar la cabeza en el teléfono, y, sin descolgarlo, lloraba recordando su voz.
Rafael Pérez Estrada
Imagen: https://www.google.com
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