Hacerse
el muerto
¿Por qué nos gusta hacernos los muertos?
¿Se trata de una costumbre sádica, como se quejan nuestros amigos o cónyuges
más sensibles? ¿Por qué nos fascina de niños, y seguimos siendo niños,
quedarnos deliberadamente inmóviles como momias de nuestro propio futuro? ¿De
dónde sale este placer ácido que sentimos asintiendo al cadáver que todavía no
somos? La explicación es sencilla, y por tanto misteriosa.
Al ver todo mientras no miramos nada, al
pensar sin hacer ningún esfuerzo por seguir pensando, al notar en nosotros, con
poderosa certeza, la selva de las arterias y la montaña rusa de los nervios, no
sólo confirmamos que estamos vivos sino algo incluso más impresionante:
experimentamos nuestra única, pequeña, modesta forma de trascendencia.
Sobrevivirnos a nosotros mismos.
Derrotamos a la muerte jugando.
Andrés Neuman
Imagen:https://www.google.com/
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