martes, 17 de mayo de 2022

Allí donde los reinos se confunden

Cada noche el prejuicio llegaba hasta mi cama para roerme la puntilla del ánimo. Llegaba sigiloso, rodando cual bolita negra, y me roía. En realidad salía de su agujero, ratón minúsculo y avieso, para morderme el queso del alma. Traté de espantarlo, pero permanecía aferrado a su presa, sin soltar bocado: no me temía. Recordé la máquina roja de capolar, que mi madre usaba en las matanzas, e imaginé al prejuicio triturado entre sus cuchillas. Inútil: cada vez que lo imaginaba, el impertinente ratón se refugiaba en su agujero. Nunca llegué a tiempo.

Misterios de la frontera, raya de la lucidez.

Félix

Imagen:https://www.blogger.com

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